Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

Diplomacia al servicio de la esclavitud

Publicado en Público.es el 23 de enero de 2014

Unos cables hechos públicos por Wikileaks y la información de varios medios de Haití proporciona pruebas del trabajo que hacen los diplomáticos de Estados Unidos, los intereses que defienden y para quién trabajan.

Hace un par de años se propuso en aquel país una subida del salario mínimo de 24 céntimos la hora a 61 céntimos.

Enseguida, las empresas multinacionales que trabajan allí, sobre todos las textiles estadounidenses Hanesbrands y Levy Strauss, se opusieron a esa medida, alegando que una subida de más de 7 céntimos a la hora perjudicaría gravemente sus beneficios, y reclamaron la ayuda de su embajador.

Este hizo suyas las demanda de las empresas declarando que la subida que se pretendía era excesiva, una simple «medida populista» y que no «tomaba en cuenta la realidad económica». Ahora se sabe que intervino y presionó al presidente haitiano para que el salario no alcanzara los 5 dólares diarios pretendidos quedándose en 3 (casi 20 veces menos que el de Estados Unidos).

Lo que defendía la diplomacia estadounidense y el calado moral de las grandes multinacionales y del capitalismo de nuestros días se pone de relieve si tenemos en cuenta lo que hubiera representado en total la subida de salario que se reclamaba.

Si se hubieran beneficiado de ella los 25.000 trabajadores del textil haitianos el coste total para las empresas radicadas allí hubiese sido de 12,5 millones de dólares  al año.

Para la empresa Hanes, que contrata en ese país a 3.200 trabajadores, el coste hubiera sido de 1,6 millones al año, es decir, una proporción minúscula de los 4.300 millones de dólares que vendió el año pasado y solo la sexta parte de los 10 millones de dólares al año que recibió su director ejecutivo Richard Noll.

Y todo eso teniendo en cuenta que una familia haitiana necesitaba unos 12,5 dólares al día en 2008 para poder alimentarse.

No es exagerado afirmar, pues, que este es un ejemplo bien claro de diplomacia que está al servicio de la esclavitud y de la miseria que es lo que permite que el 1% más rico de la población de Estados Unidos se haya quedado con el 95% del incremento de ingresos generado en Estados Unidos de 2009 a 2012 y con el 68% de todo el ingreso familiar real generado desde 1993 hasta ese último año.

Y es ingenuo creer que eso solamente ocurre en Estados Unidos. Día a día contemplamos en España cómo el gobierno y hasta el propio Monarca (éste, además, aprovechando la ocasión para aumentar su fortuna personal) se afanan en sacar las castañas del fuego a las grandes empresas (que son justamente las que obtienen la mayor parte de sus beneficios gracias al apoyo gubernamental). Con la excusa de que son intereses españoles, cuando su capital mayoritario es en realidad extranjero y de grandes grupos oligárquicos y no precisamente del pueblo español, todo el aparato estatal se despliega para apuntalarlas y darle todo tipo de privilegios.

Para justificarlo afirman que ese beneficio es el que luego crea empleo y riqueza pero este es también un argumento completamente falso.

Las grandes empresas multinacionales y las entidades financieras española y de todo el mundo son las que más empleo han destruido en los últimos años, las que actúan como las que hemos mencionado más arriba y las que no utilizan sus beneficios precisamente para crear riqueza productiva, lo evaden al fisco siempre que pueden y son las grandes usuarias de los paraísos fiscales. Ni siquiera lo utilizan para invertir más. Según el Informe sobre el Trabajo en el Mundo 2013 de la Organización Internacional del Trabajo, las grandes corporaciones tienen cinco billones de dólares en los países más desarrollados y 1,4 billones en los países emergentes y en desarrollo en dinero efectivo sin utilizar ni invertir, precisamente, porque con esos salarios tan bajos es imposible que haya demanda suficiente para los bienes y servicios que podrían producirse con ellos.

7 comentarios

Fernan Gallego 25 de enero de 2014 at 03:53

Solo extendiendo la esencia del Comercio Justo a TODOS los productos y lugares, institucionalizándolo como cimiento de una nueva sociedad, madura, justa y sostenible, conseguiremos erradicar la esclavitud y el expolio que el norte, con su hipocresía, ejerce sobre el sur mediante una de las mayores aberraciones del Capitalismo y el Neoliberalismo: el dumping social, fiscal y medioambiental. Y, además, al acabar con este, conseguiremos recuperar nuestro tejido productivo de forma sostenible y solidaria, a tiempo que automáticamente se empezarían a globalizar las conquistas sociales.
Acabemos con el dumping canalla que provoca esclavitud social y laboral, expolio de recursos y contaminación en el sur, y desempleo y consumismo en el norte.

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Mª Pia Uribe 25 de enero de 2014 at 12:23

¡TREMENDO! Pero seguiremos sin querer cambiar nada: Ni la Constitución, ni las leyes, ni la perpetuación de la clase, más bien «casta», política, ni un largo etc. Seguiremos embruteciendo al pueblo, con infumables programas del corazón, con futbol a todas horas, con una ideología de «tanto tienes tanto vales», criminalizando a todo aquel que se sale del orden establecido.
Cierto es que existen minorías pensantes, como es su caso y el de bastantes otros que afortunadamente no se rinden al caos existente. ¡Ánimo Profesor!

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Jordi Doménech 25 de enero de 2014 at 16:40

Precisamente estaba pensando ahora que la esclavitud actual es peor que la esclavitud de los siglos XVII y XVIII. Los esclavos de entonces tenían unos «costes de entrada» elevados, es decir, los esclavos había que comprarlos y no los regalaban, precisamente, sino que se lo pregunten a los holandeses que se dedicaron al tráfico de esclavos hasta hace cuatro días. Pues bien, los esclavos actuales, que somos todos nosotros, los aún llamados por inercia o pereza mental «trabajadores», no tenemos ni costes de entrada ni de salida, dicho en términos económicos. Una bicoca para el esclavista actual. Cuando en la época se moría un esclavo, el esclavista sufría una pérdida económica importante: lo que había pagado por el esclavo. Procuraba que no se le murieran demasiados… Cuando ahora se muere un esclavo actual, o se pone enfermo y no puede trabajar, etc., el esclavista no sufre ninguna pérdida: simplemente reemplaza el esclavo inútil por otro, y ello sin coste alguno. De ahí la importancia de destruir el mercado de trabajo y arrasar la economía de los países: producir un ingente ejército de esclavos.
Pero eso no es todo. A los esclavos de los siglos XVII y XVIII se les daba techo y comida. Se morían de trabajar, pero no de hambre. Los esclavos actuales no se les da ni siquiera eso: el salario de miseria no alcanza para pagar un techo y apenas para comer. ¿Es o no es así? Llamemos, pues, esclavitud, al «trabajo» actual, y neoesclavistas y negreros a los explotadores actuales, lo mismo o peor que los del siglo XVII.
Es cierto que los esclavos no son consumidores. Entonces, se objetará: y si no hay consumidores, ¿quién va a consumir lo producido? ¿Pero a quién le importa este detalle? Hace días que la «economía productiva» (la economía «real») ha dejado de tener importancia. Lo que importa es el beneficio inmediato. Y en último caso, queda la economía virtual, que es el macro-casino global donde se hace el dinero, hasta que reviente. Y comer, que coma el que pueda. Nunca les faltará una hamburguesa a los ejecutivos de Goldman Sachs. Hamburguesas quizá hechas con esclavos-empleados de la propia empresa.

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Ivan 25 de enero de 2014 at 21:05

Diplomacia y mucho más al servicio de la esclavitud. Todo sea para alcanzar la maximización de beneficios, que no responde a una necesidad vital de supervivencia sino a las reglas de un juego basado en la acumulación de riqueza al mayor ritmo posible. ¿Por qué producir en Haití o Bangladesh si en Etiopía es posible esclavizar todavía más a la clase trabajadora? ¿Qué sentido tiene contratar trabajadores si los puedes sustituir por máquinas más eficientes, más baratas y dispuestas a trabajar las 24 horas del día? Luego nos dirán que hay que aumentar la tasa de fertilidad para poder garantizar el reemplazo generacional en un planeta donde no deja de crecer la población en edad de trabajar desempleada y donde lo que urge es el reparto del empleo y de la riqueza. No le falta pues razón a Xosé Manuel Beiras cuando afirma que, quienes se empeñan en prohibir el aborto, no lo hacen con el propósito de proteger la vida sino de garantizar la esclavitud, aunque el resultado sea un aborto diferido que acrecienta la infelicidad y acorta la esperanza de vida.
Quisiera reivindicar una vez más la planificación demográfica como instrumento de lucha al servicio de la clase trabajadora. Mientras el número de esclavos fue escaso en la Historia, los amos se preocuparon por atender sus necesidades vitales. Ahora que la mano de obra es excedentaria, los empresarios pretenden desentenderse de cualquier responsabilidad hacia los esclavos y de buena gana les cobrarían por trabajar. No sólo ya no es necesario pagar a traficantes de esclavos y ejercitar un derecho de propiedad sino que colocan toda clase de barreras para impedir que mano de obra inmigrante (a la que han despojado de todos sus bienes y derechos) pueda representar una carga en naciones donde los empresarios todavía tienen que contribuir en alguna medida a sostener derechos que de buena gana eliminarían. Por ello debería ser prioritario que la paternidad se ejerciera de un modo responsable hasta lograr que los nasciturus (deseados) tuvieran garantizados todos sus derechos fundamentales durante su proceso vital. Mientras esto no se consiga y además el ciudadano siga sin tener pleno control sobre la reproducción y sobre su proceso vital (derecho a la eutanasia) no podrá afirmarse que la esclavitud ha sido abolida.

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Antonio Gonzalez 25 de enero de 2014 at 21:59

Al parecer nos vamos dando cuenta de lo que se sabia
desde hace mucho tiempo.
Asi de sencillo, se va desinflando el mito.
Lo curioso es que el mundo vio con indiferencia el
como dentro de esa politica se orquestaban cosas muy
desagradables, pero mu desagradables.

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Jose A. Suarez 26 de enero de 2014 at 03:07

Esta clarisimo lo que persiguen las multinacionales y los gobiernos titeres de ellas.
Aqui, esta «democracia» de bajo perfil hace agua por todos los lados. ¿Por que vota la gente a PP y PSOE que son lo mismo? Porque domina la «ignocracia»: se propugna que la gente sea ignorante ( multiples cambios educativos, todo futbol, comida basura, telebasura, muerte a la cultura, etc). Además se hacen leyes restrictivas solo para las clases medias y bajas, multiples impuestos y criminalización del trabajo. Los ricos no pagan impuestos (como en la Edad Media los Nobles) y evaden los capitales a paraísos fiscales. Veo mala solución. Si no nos movilizamos todos contra este nuevo fascismo llamado neoliberalismo de la globalización lo vamos a tener muy crudo.

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Manuel de Dios Reula 27 de enero de 2014 at 19:03

Lo importante no es el color, ¡LO QUE IMPORTA ES LA LUCHA EN LA CALLE!, en contra de las injusticias a las que nos están sometiendo. Unos partidos cuyos miembros son sospechosos de corrupción, de basar sus programas electorales, en todo lo contrario a lo que prometen, en favorecer a las grandes compañías multinacionales, en la que después pasan a formar parte como consejeros,(cobrando un pastón) pero mientras tanto enriquecen, (y de qué forma ) su patrimonio personal y de sus partidos. Es vergonzoso ver como controlan la justicia, poniendo en los cargos más relevantes a personas de su misma “ideología” ¡EL trinque! Haciendo de la corrupción un estado de derecho, para uso y disfrute, de ellos solamente; Y mientras tanto ¿Qué nos está ocurriendo a los demás? No podemos esperar un milagro en una persona, ni en un partido, la solución está en la unidad de todos los represaliaos, necesitados, desahuciados y parados. TENEMOS QUE UNIRNOS Y SALIR A CALLE A MANIFESTARNOS POR LA LUCHA DE NUESTROS DERECHOS.

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