Con A. Montero en Sistema, nº 184-185, 2005.
1. Introducción.
La intervención del estado y, en particular, de los gobiernos en la economía se ha visto sometida a importantes cambios en las últimas décadas. Han sido cambios que han afectado a muchas de las múltiples dimensiones de dicha intervención y que han acabado por quebrar los propios principios doctrinales sobre los que ésta se ha estado ejercitando durante un largo periodo de tiempo.
No sólo ha disminuido el peso del estado y, por lo tanto, las administraciones públicas deben operar ahora con menos recursos, sino que también se ha renunciado a que aquél tenga ahora un papel protagonista en actividades en las que, hasta muy recientemente, desempeñaba funciones de singular relevancia (Torres 2004). Todo ello constituye la expresión inequívoca de que se ha producido un cambio trascendental en la cultura y los valores que servían de base a la intervención tan decisiva, amplia y determinante de otras épocas. De hecho, quizá la manifestación más directa del cambio de dirección operado sea que los discursos tradicionales acerca de los «fallos del mercado» que justificaban la presencia correctora y superadora del sector público en ese ámbito, se han sustituido ahora por los de los «fallos del estado», lo que se utiliza para justificar, por el contrario, el mayor protagonismo del mercado en todos los escenarios de la vida económica y social.
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