Entre otras cosas afirmo en la entrevista:
«Tenemos una deuda acumulada que es el resultado de una opción que se ha impuesto y sobre la cual los ciudadanos no hemos tenido libertad de pronunciarnos. Incluso cuando en algún país han dicho que no a los tratados europeos se han conseguido aprobarlos con mil trampas.
También la deuda que es resultado de manipulaciones de los inversores especulativos en los mercados financieros se podría considerar ilegítima. Lo que está claro es que la mayor parte de la deuda que tienen los países de la periferia europea se debe a políticas impuestas, que no son deseables, porque benefician muy directamente solo al grupo de población que ha tenido poder para imponerlas, luego desde ese punto de vista podríamos tener derecho a decir que no debe pagarse».
Para leerla entera pinchar aquí.
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Un conferenciante de la comunidad Económica Europea, en una conferencia impartida en la facultad de Económicas de la ciudad de Vigo, en que los asistentes eran 7 personas, ,5 profesores y mi acompañante y yo, dio una disertación de las miles de reuniones que se realizan, y al llegar al momento de presentar el trabajo realizado a la opinión pública para que votase lo que ellos habían decidido, le pregunte ¿lo que ustedes preparan durante años y miles de reuniones, después nosotros en una campaña electoral tenemos que saber lo que votamos? Y su respuesta fue: los ciudadanos tienen que votar lo que les dicen sus líderes, soy elitista. Y corto el espacio de ruegos y preguntas.
Esta todo muy bien tramado.
Europa gobernó, y ni nos enteramos de que estábamos dejando el gobierno en manos de la derecha más dura. Ahora pagamos las consecuencias
España en el año del Hambre. 2013.
Para Conchita.
No te extrañes de nada y menos de eso. Los ultraliberales en economía (y en lo demás ultras a secas) odian la domocracia, odian a los funcionarios y a todo lo que signifique control. Para ellos, el populacho está para asentir. ¿No ves la desfachatez con la que se manifiestan contra la huelga o las manifestaciones? Su cara dura no conoce límites. ¿Para cuándo una huelga; para cuando todo el mundo cobre putualmente a fin de mes y tenga para tomas unas cervezas, pagar la hipoteca y ocho días de vacaciones? ¿Para cuándo una huelga; para cuando los servicios públicos funcionen correstamente y con justicia? UNA HUELGA ES PARA PROTESTAR POR LO QUE ESTÁ MAL Y TRATAR DE PEDIR QUE SE CORRIJA ¿no? ¡pues tienen los santos cojones de decir que «no es conveniente ahora» porque tal y como están las cosas no es «responsable» hacer huelga! ¿Se puede tener más cara dura? Lo que te contestó el tipo, es -sin más- lo que pensaba: votante=borrego. Eso es para ellos la democracia. Veremos el día en que alguno en lugar de asaltar un súper, le dé por asaltar una armería….
Respecto al artículo-entrevista con Ud. publicado en Diario.es, cuyo título es “la deuda europea es imposible de pagar”, manifestarle mi total coincidencia con su planteamiento de fondo sobre la imposibilidad del pago de la deuda europea.
Considero que sería muy necesario que se analizara seriamente la manera de articular una concienciación mayor sobre el tema, así como una amplia movilización social y política, que desemboque en una alternativa política netamente antineoliberal en todo el Estado Español, que defienda, entre otros, ese concepto, como alternativa al actual modelo en las futuras confrontaciones electorales, y también llevar ese debate al conjunto de los países europeos, principalmente a los del sur de Europa.
Con la justificación del pago de la deuda, los muñidores del sistema neoliberal en España, sistema que nos vienen introduciendo desde hace 30 años, nos están imponiendo un modelo neoliberal en su versión más reaccionaria, que atenta directamente contra los derechos democráticos, económicos, sociales y políticos de la inmensa mayoría de la población. Sistema neoliberal con el que hay que acabar sino queremos que ese sistema acabe con la vida en nuestro planeta.
Sin embargo, discrepo profundamente en la concepción que usted desarrolla en la última pregunta acerca de los sindicatos.
Los sindicatos nacieron como un instrumento de unión para lucha de los trabajadores en defensa de sus reivindicaciones, y como consecuencia de ello, como un instrumento de concienciación de clase. Los sindicatos se formaron y desarrollaron por los sectores de los trabajadores más concienciados, que entendieron la creación de los sindicatos como forma de articular la movilización y concienciación de la inmensa mayoría de los trabajadores, y no al revés, porque de lo contrario nunca se hubieran formado los sindicatos.
Por lo tanto, su teoría de que “un sindicato es lo que es la clase obrera de un país”, es profundamente equivocada, y contraria a la propia esencia del sindicalismo.
El sindicalismo de clase en España resurgió en las décadas de los 60 y 70, en plena lucha contra la dictadura fascista de Franco, y costó muertes, años de cárceles, despidos, etc…, de miles de trabajadores, que con su ejemplo y actitud de vanguardia en sus centros de trabajo, de su empeño en la lucha por la unidad de los trabajadores, lograron desarrollar y elevar la conciencia de gran parte de los trabajadores en su lucha contra la dictadura, por la democracia, y por una sociedad sin clases.
Desde la década de los 80 hasta nuestros días, los sindicatos han ido poco a poco cediendo a las políticas neoliberales, negociando sobre los márgenes de esas políticas, asumiendo las privatizaciones de las empresas públicas, asumiendo las reconversiones industriales, las políticas de precariedad en el empleo, etc, etc…, como se puede ver por los contenidos de los acuerdos interconfederales, y de los diferentes convenios de sectores, y de empresas, etc…, firmados por dichos sindicatos en estos 30 años.
Paralelamente a esas políticas sindicales, y en consonancia con ellas, en estos 30 años, se ha ido desarrollando una práctica sindical burocrática por las cúpulas y los representantes sindicales en las empresas, que salvo gloriosas excepciones, han pasado a ser, a ojos de los trabajadores, marionetas al servicio de los empresarios, principalmente en las grandes y medianas empresas. Representantes sindicales que aparecen poco o nada por sus puestos de trabajo, y que pactan acuerdos con los empresarios sin contar con los trabajadores. Una práctica sindical en la que ha desaparecido la asamblea como órgano de decisión e información de los trabajadores, y en la que los órganos elegidos por los trabajadores, los comités de empresas, se han visto relegados por las burocráticas secciones sindicales, que no son elegidas por los trabajadores.
Esas políticas y prácticas sindicales de estos últimos 30 años han ido creado una desconcienciación brutal entre los trabajadores, llegando a la actual situación de falta de consciencia, de desmovilización, etc…., y sobre todo de falta de credibilidad total de los trabajadores hacia los sindicatos. Y esto no lo digo a humo de pajas, llevo sufriéndolo en Iberia, primero en Madrid, y luego en Fuerteventura, desde el 82, junto al resto de los trabajadores.
Para recuperar la credibilidad entre los trabajadores, y para recuperar la conciencia de clase de los trabajadores, los sindicatos, y los sindicalistas en los centros de trabajo, deben ser y actuar como representantes de todos los trabajadores y no como representantes del sindicato. Deben ser firmes defensores de los derechos y conquistas históricas de los trabajadores, que las políticas neoliberales han ido liquidando, desde los órganos máximos de dirección de los sindicatos, hasta el último afiliado al sindicato, y demostrarlo con su práctica sindical diaria en los centros de trabajo, retomando en primer lugar la participación de los trabajadores a través de la asamblea, como único órgano soberano de los trabajadores, recuperando a través de ella la lucha por la unidad de los trabajadores y por la unidad sindical, por una central única de los trabajadores, democrática, de clase, en la que la asamblea sea el órgano soberano de los trabajadores para la elección de sus políticas y representantes en los centros de trabajo, y con derecho de revocación de sus representantes en todo momento.
El actual modelo sindical ha tocado fondo, y representa una pesada lacra para la concienciación de los trabajadores. Cualquier alternativa económica, social y política contra el neoliberalismo, o se plantea acabar con el actual modelo sindical, y convertir el sindicalismo en la punta de lanza contra las políticas neoliberales y para la concienciación de clase de la clase obrera, o no será nunca alternativa al sistema neoliberal.
Atentamente,
Fdo: Pedro Marín del Valle. Fuerteventura, 19-10-2012.