En las últimas semanas escribe comentarios en esta web alguien que firma como Revel para contradecir constantemente mis opiniones, especialmente sobre Venezuela. Me alegro de que lo haga, aunque es las últimas ocasiones defienda posiciones muy extremas y con mal gusto. Quiero darle las gracias por leerme y, sobre todo, por ser tan transparente. Su defensa de posiciones violentas y totalitarias demuestran cuáles son las verdaderas intenciones de muchas personas que hablan en nombre de la libertad. Un golpe en Venezuela como el que él defiende produciría muchos muertos. Se haría para eso, como se hizo en Chile, en Uruguay, en Brasil, en Argentina, ¡en tantos sitios! Se produciría una matanza selectiva y se harían desaparecer a miles de personas, como en aquellos países, por el solo delito de haber intentado que su país fuese más democrático y que la riqueza se reparta más equitativamente. Le doy las gracias por mostrar que lo que buscan los que se oponen como él al gobierno de Chávez (no todos los opositores) no es más libertad sino los viejos privilegios y que lo hacen a costa de violencia y de acabar con la democracia, como en tantos sitios. Le doy las gracias por mostrar públicamente que nos harían desaparecer, que nos dejarían sin poder expresarnos a quienes no pensamos como ellos, porque sencillamente nos encarcelarían y nos matarían, como tantas veces, como en tantos sitios. Le doy las gracias por ser tan sincero, aunque en sus manifestaciones vayan las viejas expresiones del cinismo (¡se llaman liberales!), del odio y de la intransigencia que destruyen al ser humano y lo convierten en un animal más. Quizá en el peor de todos. Y le doy las gracias porque me permite comprobar que, a pesar de lo que desea para las personas que piensan como yo, no me nace ni una molécula de odio hacia él, ni hacia sus ideas, ni hacia lo que propone. Al contrario, sus palabras violentas avivan en mi alma un deseo de paz, de convivencia y de hermandad mucho más poderoso.