En contra de la posición de las Naciones Unidas, de la inmensa mayoría de las instituciones internacionales y gobiernos del mundo e incluso del de Estados Unidos, la jerarquía católica de Honduras ha apoyado a los militares golpistas y ha pedido al presidente constitucional Manuel Zelaya que no vuelva a su país.
Una vez más, como antes en España, en Chile, en Argentina, ¡en tantos y tantos sitios!, los jerarcas de la Iglesia Católica se ponen no solo enfrente del pueblo y de sus gobernantes elegidos libremente sino de los propios católicos que sufren y viven ejemplarmente junto al pueblo.
De esta forma, los jerarcas católicos vuelven a ensuciarse de sangre inocente las manos con las que luego levantan al que dicen que es el salvador del mundo y con las que quieren bendecirnos a todos.
Su asquerosa complicidad con el golpismo es un acto criminal que hace a los jerarcas católicos responsables de los asesinatos que ya se están produciendo y cuando llegue el día en que los militares golpistas sean juzgados junto a ellos deberán estar los obispos y cardenales que los han apoyado.