Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

La saga de los Bush

 Creo que es interesante leer esta breve historia de la familia Bush que publica Carlos Rivero Collado en Rebelión. ¿Qué escoria de familia! 

 

 

 

  Historia de la familia Bush
 
Por Carlos Rivero Collado
 

 

  Nota del autor:  

  Este escrito es el análisis   subjetivo de este autor, pero tiene como fuente las investigaciones que sobre   esta familia han hecho escritores y periodistas de prestigio, en Estados Unidos.   En la red hay una amplía relación de tales estudios, que debe ser consultada por   quienes crean que no se ajusta a la verdad esta historia de   sexo macabro, esclavitud laboral, nazismo, magnicidio, narcotráfico,   genocidio, avaricia, explotación, fraude inmenso, latrocinio,   drogadicción, alcoholismo, autoagresión, tortura y terrorismo. Por su-puesto que   en la red, junto a muchos escritos serios y decentes, aparecen otros que no lo   son, dedicados a mentir y calumniar. Cualquiera inventa un nombre, invierte una   pequeña cantidad de dinero, escribe lo que le viene en ganas, sea verdad o   mentira, elogio o anatema, excelencia o excrecencia, y lo cuelga en la   red, y nadie entiende por qué no se le aplican a este medio de comunicación   mundial las mismas leyes que a la prensa escrita, radial y televisada. Por   eso es que el lector de la red tiene que distinguir entre libelistas y   analistas, y éstos abundan más que aquéllos. Nadie vea en esta dura crítica el   ataque personal a una familia, aunque sí al sistema político, social y económico   que la hizo como es. Este autor ha vivido en Estados Unidos por más de cuarenta   años y ha llegado a querer, admirar y, sobre todo, compadecer a su pueblo   y le duele, como en carne propia, el inmenso daño que esta familia le ha hecho   por más de noventa años. Sea este análisis, que integra uno de los capítulos de   mi libro «Imperio del terror», inédito aún, un modesto homenaje a la   paciencia de ese pueblo.
 

 

 
 
 

 

 1-. El abuelo.
 
 Prescott Sheldon Bush estudiaba  en Yale University, en New Haven, Connecticut, allá por  los años de la Primera Guerra Mundial y pertenecía a una  fraternidad estudiantil llamada «Skull and Bones Society» (Sociedad del  Esqueleto y los Huesos) cuya ceremonia de iniciación era un reflejo leal del  violento corrupto imperio: los estudiantes se reunían en un sótano, no siempre  de la universidad, el novato se acostaba desnudo en un ataúd, se cubría con  huesos humanos que habían sido sacados de las tumbas profanadas de New Haven y,  mientras se masturbaba delante de todos, contaba en alta voz sus experiencias  sexuales. Este culto al sexo y la muerte se vería más generalizado unos años  después en muchos otros lugares, entre ellos Abu Ghraib, adonde el sadismo y la  obscenidad llegó a límites que no se han visto jamás en la historia de la  humanidad y algunas de cuyas fotos se han de ver en este análisis.  
 

 

 En 1917, Prescott  y otros estudiantes de Yale profanaron la tumba de Gerónimo, el héroe Apache, y  se robaron sus huesos, que utilizarían, también, en sus novatadas de féretro,  aplausos y esperma.
 

 

 A fines de los  años 30, Prescott dirigió la Union Banking Corporation, que ayudó a financiar la  tiranía de Adolfo Hitler. Al entrar este país en guerra, el gobierno confiscó el  banco por comerciar con el enemigo («Trading with the Enemy Act», 1942). Otras  de sus empresas posteriores se beneficiaron con los productos que creaban los  prisioneros en los campos de concentración nazis.
 

 

 Después de  la guerra, Prescott mantuvo sus negocios con los aún seguían siendo nazis, a  través de Fritz Thyssen, hasta 1952, en que, quizás como un premio a sus  hazañas, fue electo Senador federal, por Connecticut.
 
 2-. El  padre.
 
 

 

 Hay muchos libros  serios escritos sobre George Herbert Walker Bush, que perteneció a la misma  fraternidad macabra y realizó las propias novatadas en Yale casi treinta años  después, que lo señalan como el gran padrino de la droga a nivel mundial desde  que, como súper operativo de la CIA, llegó a Beirut, en 1956, para controlar el  tráfico de hashish y heroína que llegaba al Líbano desde el Oriente y, después,  alcanzaba Europa y Estados Unidos.
 

 

 Su trayectoria en  este sentido incluye su participación secreta en la creación, en los años  70, del mayor centro productor de heroína del mundo, en Chiang Mai,  Tailandia; en la formación original de «La Mafia Cruceña», en Bolivia, que llegó  a ser el mayor productor de pasta de coca del mundo (el famoso «Cocaine Coup»,  dirigido por el coronel Luis Arce Gómez, en julio de 1980, fue perpetrado en  complicidad con este Bush, única vez en la historia que se ha dado un golpe de  Estado para aumentar la producción de cocaína); en la creación de «La Compañía»,  en Antioquia, Colombia, con la familia Ochoa, que llegó a ser el mayor productor  de clorhidrato de cocaína del mundo; el escándalo Irán-Contra, en que se  traicionó al supuesto aliado, Irak, para venderle armas a su enemigo, Irán, en  los momentos en que miles de seres humanos morían, de ambos bandos, en aquella  guerra de los años 80. El desenlace de este escándalo fue la participación de  los contra nicaragüenses para introducir en Estados Unidos, desde  Colombia, veintisiete toneladas de cocaína pura –con un valor en la calle, o  street value, de miles de millones de dólares- a través de una finca en  Costa Rica, propiedad de un estadounidense que era operativo de la CIA, próxima  a la frontera nicaragüense. De allí se traía la droga a dos aeropuertos, uno en  Fort Lauderdale, Florida, y otro en Mena, Arkansas. Se cree, además, que Bill  Clinton, gobernador entonces de Arkansas, fue cómplice de Bush, entonces  Vicepresidente, en esta operación, y que utilizó para ello a su medio hermano  Roger Clinton y a su cuñado Tony Rodham.
 
 Al Viejo Bush, como se le  conoce hoy, se le señala, además, como el enlace entre Allen Dulles, Richard  Helms y David Attle Phillips con Howard Hunt en el asesinato de Kennedy. Hunt  fue el hombre que vino a Miami y formó el grupo que, según se cree, conspiró  para matar a Kennedy: Macho Barker, Frank Sturgis -Frank Fiorini-, Yito del  Valle, Orlando Bosch, Luis Posada Carriles, Guillermo Novo, Herminio Díaz,  Eugenio Rolando Martínez y otros. Se cree que Díaz y Martínez fueron los que le  dispararon a Kennedy desde el «grassy knoll», la pequeña loma que se hallaba  cerca de la limosina presidencial, en el centro de Dallas, cubierta de altos  arbustos.
 
 Los mayores crímenes del Viejo Bush no fueron, sin embargo,  los mencionados, sino la invasión a Panamá, en diciembre del 89, y la  agresión a Irak (Guerra del Golfo), trece meses después. En el primero, cientos  de personas pobres, entre ellas decenas de niños pequeños, fueron  asesinadas, de madrugada, en sus propios hogares, en el corregimiento Chorrillo,  cercano al centro de mando del general Noriega. En el segundo, el imperio  asesinó a más de cien mil iraquíes 

 

 sólo porque el gobierno de Saddam Hussein tuvo el justo valor  de recuperar Kuwait, una parte integral de Mesopotamia desde hace nueve mil  años, que los imperialistas británicos, maestros del imperio yanki, le  arrancaron, a fines del siglo 18, cuando era dos zurreinatos del Imperio  Otomano, en complicidad con los tatarabuelos de los actuales emires kuwaitíes.  Cabe señalar que la diferencia de todo tipo que pueda haber entre un kuwaití y  un iraquí es similar a la que hay entre un pinareño y un habanero o un cordobés  y un sevillano, suponiendo que, en este último caso, ambos sean del mismo origen  ibero o el mismo árabe.
 
 ¿Por qué la CIA controla el negocio de la droga? Pues por  dinero –enormes cantidades de dinero- y para controlar mental-mente a millones  de ciudadanos que, inmersos en el alucinante mundo de la droga, no se ocupan de  atentar ni conspirar ni dañar ni siquiera intervenir en la vida pública, o sea  como una forma de desinteresar a la población de los problemas políticos  nacionales para que la pequeña élite misteriosa que dirige en secreto a este  país pueda realizar su labor sin conflictos ni interferencias. Ejemplo:  las elecciones presidenciales del 2004 en Estados Unidos, y casi todas las  anteriores, en que ni siquiera votó la mitad del electorado. Parte esencial de  esta conspiración son los múltiples programas asquerosos de la «television  basura» –trash TV-; la lucha libre, repleta de fingido salvajismo y  obscenidades reales; la pornografía, incluyendo la de padres teniendo relaciones  sexuales con sus hijos y madres con sus hijas, que se divulga hasta por la  Internet, a la que pueden tener acceso muchos niños; las películas  ultraviolentas que salen de Hollywood; el fanatismo excesivo en los deportes; la  educación mediocre en todos los niveles; la música epiléptica y estruendosa … y  muchas cosas más. Detrás de todo esto, está la élite misteriosa que gobierna en  secreto a este país, y su instrumento, la CIA, y ahora el Homeland Security  Department, síntesis de las SS y la Gestapo de la era nazista en Alemania. En  todo esto, el hombre clave, desde 1956, ha sido G.H.W.  Bush.
 
 Pero, se preguntarán algunos: «¿cómo pudo este señor cometer  tantos y tan graves crímenes sin ser procesado jamás?». Otros dirán: «¡No, qué  va, nada de eso puede ser cierto, un solo hombre no puede cometer tantos  delitos!». Mi sugerencia a estas personas, y a muchas otras que pueden tener  dudas similares, es que se conecten en la red con el sitio «George Herbert  Walker Bush» y encontrarán muchos escritos serios, o sea verídicos, sobre este  polifacético y fecundo delincuente. Tiene casi noventa años y aún anda por  ahí por los aires lanzándose en paracaídas, exponiendo una vida muy  distinta a la que le quitó a tantos inocentes.
 
 3-. La madre
.
 

 

 Bárbara, fue, durante  varios años, mientras su esposo era Vicepresidente y Presidente, la CEO –Chief  Executive Officer o Jefe Ejecutivo- de Unicor, una compañía privada que se  dedica a explotar el trabajo esclavo de los presos federales, que son mas de 150  mil en todo el país; y es posible que aún lo siga siendo a través de su  actual jefe ejecutivo Kenneth Rocks. Es decir, la nuera imita al suegro, pero no  esclavizando a los presos de los nazis sino a su propio pueblo, porque no es  cuestión de ideología ni guerra, sino dinero. Los presos ganan de 35 centavos a  $1.15 la hora, o sea mucho menos del salario mínimo -$6.15 la hora-, y crean  productos que se venden a precios de mercado.
 

 

 Unicor es una de las diversas  compañías que tienen el monopolio de esta infamia. Algunas de ellas explotan,  también, el trabajo esclavo de los presos estatales, que son más de dos millones  en el país.
 

 

 Quizás esta anciana  señora no tenga una culpa directa en algo tan infame como la explotación del  trabajo esclavo. Se sabe que el dueño real de Unicor ha sido su esposo y que  ella es sólo una fachada, un front. En su juventud, cuando conoció al que  después iba a ser su esposo, esta señora era maestra, lo cual prueba en ella  cierta sensibilidad, cierta nobleza. Si hubiera seguido siendo maestra no se  hubiera involucrado en algo tan vil… pero se  casó.
 

 

 ¿Se imagina el lector que, por  ejemplo, Sun Yat-sen de China, Azaña de España, Cárdenas de Méjico, Nehru de  India, Perón de Argentina, De Gaulle de Francia, Nasser de Egipto, Goulart de  Brazil o muchos otros jefes de Estado, hubieran sido, asimismo, mientras  ejercían el poder, dueños una de las compañías que explotaban el trabajo esclavo  de los prisioneros de sus respectivos países? ¡El escándalo hubiera sido  gigantesco, habrían tenido que renunciar a sus cargos llenos de infamia, habrían  sido colgados del poste más cercano! Bueno, pues eso mismo sucedió aquí en  Estados Unidos… y no pasó nada.
 

 

 (Véase en la red: Barbara Bush  y Unicor; puede verse, además, Wackenhut y Corrections Corporation of America,  CCA –de esta última compañía, Jorge Mas Canosa y sus herederos han sido, y  quizás sigan siendo, accionistas mayores)
 
 4-. Los hermanos.
 
 

 

 Neil y Jeb le robaron al  pueblo estadounidense decenas de millones de dólares, hace casi veinte años,  cuando el Viejo era Vicepresidente, en el escándalo de los «Savings and Loans  Associations». Se ha dicho que éste es «el robo más grande de la historia de  Estados Unidos», pues le ha costado a sus contribuyentes –taxpayers-, hasta  ahora, 1.4 trillones de dólares -o billones, en la medida española-, pues el  gobierno federal tuvo que cubrir todas las pérdidas de los millones de  ciudadanos que invirtieron en esas instituciones financieras. Teniendo en cuenta  el dinero que se robaron y el que ha tenido que pagar el Estado, o sea el  pueblo, Neil, Jeb y sus socios son los más grandes ladrones de la historia,  ante los cuales Caco y los cuarenta ladrones del cuento de Alí Baba eran tiernos  bebitos (véase en la red S&L Scandal)
 
 7-. El emperador.
 
 ¿Cuál es la historia de este otro  Bush?
 
 
 

 

 Nada dirá este autor de su niñez privilegiada ni de su adolescencia inútil ni de  su juventud, en la que se negó a ir a una guerra de la que su padre era uno de  sus promotores, ni realizó estudios serios, ni tuvo un empleo sostenido, y en la  que usó drogas y abusó del alcohol. No. Nada dirá de nada de eso.
 
 

 

 Cuando tenía ya  más de cuarenta años y era Gobernador de Texas -Tejas: territorio mejicano  ocupado, ilegal y vergonzosamente, por el imperio desde 1845- se ejecutó en ese  Estado más personas que en ningún otro del país en toda su historia y que en  ningún otro país del mundo en la misma época, en su mayoría de origen latino o  africano. Jamás el Gobernador concedió una sola conmutación de pena, por lo que  hay que deducir que su aficción por la sangre no le surgió en la Casa  Blanca.
 

 

 ¿Qué ha hecho este  señor desde su llegada al poder imperial?
 
 Veamos:
 
 A)
La antidemocracia: George W. Bush fue  «electo» en noviembre del 2000 por un evidente pucherazo -fraude electoral-, y  por la flagrante violación de las leyes electorales de Florida y la  Consti-tución de Estados Unidos. Para que esto pueda ser entendido por quienes  no conocen el sistema electoral de este país, es preciso explicarlo en forma  simple.
 
 El Colegio Electoral elige al Presidente sin que cuente para  ello, directamente, la voluntad mayoritaria del pueblo. Voto popular es el que  emite cada ciudadano con derecho al voto; voto electoral es el que representa a  cada Estado, no a cada persona, y en su conjunto forma el Colegio Electoral.  Cada Estado tiene un número determinado de votos electorales de acuerdo al total  de sus habitantes; por ejemplo, por el estimado de población de julio del 2007,  California tiene 55 votos electorales –que representan dos Senadores y 53  Representantes a la Cámara- y Dakota del Sur, sólo 3 votos electorales, que  vienen a ser dos Senadores y un solo Representante a la Cámara. Esto, ya de  entrada, es absurdo, pues éste es el único país del mundo, y de la  historia, en que una provincia, Estado, región o departamento tiene o ha  tenido más Senadores que Representantes.
 

 

 El Colegio Electoral está integrado por 538 Electores que  viene a ser el número total de Senadores, o sea 100 (dos por cada Estado, sin  tener en cuenta su población) y Representantes, o sea 438, que son electos de  acuerdo a un número determinado de habitantes, que no es el mismo en cada Estado  –usando el mismo ejemplo: cada 690,000 en California, y cada 796,000 en  Dakota del Sur-.
 

 

 Es una aberración política y una negación de la  democracia, o sea de la voluntad del pueblo, que California, que, de acuerdo al  propio estimado poblacional del año pasado, tiene 36.553,000 habitantes, tenga  el mismo número de Senadores que Dakota del Sur, que sólo tiene 640,000  habitantes, porque, en este caso, o casi 36 millones de californianos no  están representados debidamente en el Senado o los habitantes de Dakota del Sur  están representados en el propio cuerpo legislativo 57 veces más de lo  debido.
 

 

 Es la  mayoría de votos del Colegio Electoral la que elige al Presidente, no la mayoría  del pueblo. Si hay dos candidatos a Presidente, como suele ocurrir, ya que sólo  hay dos grandes partidos políticos, el candidato vencedor es el que obtiene la  mitad más uno de los 538 votos electorales, o sea 270; si hay más de dos  candidatos y ninguno gana la mitad más uno de los votos electorales hay que ir a  una segunda vuelta entre los dos candidatos que más votos electorales hayan  tenido en la primera vuelta hasta que uno de ellos obtenga los 270 votos  electorales necesarios para ganar.
 

 

 De acuerdo a este  antidemocrático sistema electoral, un candí-dato puede ser electo por la minoría  del pueblo ya que quien tenga mayor número de votos populares en un Estado se  lleva todos los votos electorales de ese Estado. Por ejemplo: el candidato  presidencial #1, llamémosle John, saca en California, digamos 6.500, 000 votos y  el candidato presidencial #2, llamémosle Peter, saca 6.495,000 votos populares.  Aparte de que en este caso se ve, como siempre, la baja concurrencia a las  urnas, pues no llega ni al 45%, la diferencia popular entre John y Peter es  mínima, sólo de cinco mil votos; pero los 55 votos electorales de California van  íntegramente a John y ni uno solo a Peter. En la misma elección, John saca, por  ejemplo, en Dakota del Sur, 20,000 votos, pero Peter obtiene 180,000, o sea  160,000 más que John. Este triunfo sólo le da a Peter 3 votos electorales. O sea  que, sumando conjuntamente el voto popular y el electoral, Peter tiene 155,000  votos populares más que John; pero éste tiene 52 votos electorales más que  aquél. Si esta diferencia entre el voto popular y el electoral se mantiene  proporcional en el resto del país, John sería electo Presidente porque ha ganado  el colegio electoral, a pesar de que el perdedor Peter tendría varios millones  de votos populares más que el ganador John.
 

 

 John Quincy Adams,  Rutherford B. Hayes, Benjamin Harrison y George W. Bush fueron electos  presidentes, a pesar de que la mayoría del pueblo estadounidense votó por el  candidato que perdió la elección.
 

 

 Si eso es  democracia, Clístenes era vendedor de frutas en el Pireo y Rousseau, coime de  billar en Ginebra.
 

 

 Aclarado esto,  volvamos a la familia Bush.
 

 

 La elección  presidencial de noviembre del 2000 estaba muy reñida en todo el país en cuanto a  votos electorales, a pesar de que Al Gore tenía medio millón de votos populares  más que Bush. Estaban casi empatados en cuanto a votos electorales en todo el  país y la elección en Florida aún no se había decidido, pues la diferencia era  de unos pocos cientos de votos populares. Quien ganara Florida llegaba a los 270  votos electorales y era elegido Presidente. De acuerdo al código electoral de  Florida, si la diferencia entre los dos candidatos es menor al 1%, hay que ir a  un recuento general de votos en todo el Estado o a una nueva elección, a no ser  que el candidato que sacara menos votos en esa diferencia mínima aceptara su  derrota antes del recuento. Al día siguiente de la elección, se informó que Bush  tenía unos 400 ó 500 votos más que Gore, o sea apenas un 0.01% de la votación  total o la décima parte del 1% requerido para un conteo general en el Estado o  una nueva elección; pero no se hizo ni lo uno ni lo otro.
 

 

 Katherine Harris,  Secretaria de Estado de la Florida, y dirigente de la campaña estatal para  elegir a Bush, nombrada para ambos cargos por el gobernador Jeb Bush, hermano  menor de George, certificó que en la votación del Estado, Bush había obtenido  539 votos más que Gore y, en una decisión posterior, la Corte Suprema de  Justicia de Estados Unidos, cuya mayoría de sus magistrados era de miembros del  propio partido de Bush, decidió que la certificación de Harris era correcta y  tenía que ser aceptada. Con lo cual Bush ganaba la elección que, de acuerdo a la  voluntad supuestamente soberana del pueblo, había perdido.
 

 

 Otros hechos aun  más ilegales y vergonzosos salieron a relucir unos días después. En los vecinos  condados Broward, cuyo centro es Fort Lauderdale, y Dade, cuyo centro es  Miami, que cuentan con la mayor concentración poblacional del Estado,  miles de votos fueron anulados, sobre todo de votantes afroestadounidenses.  Varios de los funcionarios de estos centros de votación eran  estadounidenses de origen cubano, defensores fanáticos de todo lo que sea  reacción, o sea del Partido Republicano de Bush. Se cree que más de veinte mil  votos de afroestadounidenses, en especial en esos dos condados, fueron anulados  sin motivo alguno, y que en más de un 90% eran votos de Gore. Unos mercenarios  de origen cubano, pagados por la mafia ultraderechista de Miami, amenazaron a  varios miembros de algunos centros de votación en que se estaba llevando a cabo  un recuento provisional de votos. La policía no intervino, a pesar del palpable  delito, y el conteo fue suspendido.
 

 

 En toda democracia  moderna, sea capitalista, comunista, socialista, socialdemócrata, popular  o de cualquier otro matiz o mezcla de matices, el primer poder del Estado es el  legislativo, no el ejecutivo ni el judicial. En el 2000, se desconoció este  principio clásico de toda democracia y se le dio a la Corte Suprema de Justicia  el poder que sólo pertenece al Congreso, con lo cual se violó la Constitución  del país, por primera vez, en este sentido, en la historia de Estados  Unidos.
 

 

 George W.  Bush fue, en efecto, al menos en su primer período, un Presidente  inconstitucional, un golpista. No todos los golpes son como los de Batista,  Pérez Jiménez, Rojas Pinillas ni Pinochet; aunque, a veces, el uso brutal de la  ley es tan bestial como la brutalidad de la fuerza.
 

 

 ¿Por  qué Al Gore aceptó un fraude tan evidente? ¿Por qué no acudió al Congreso, como  determinaba la Constitución? ¿Por qué no convocó a la protesta popular que  hubiera sido vibrante y multitudinaria en todo el país? ¿Por qué, simplemente,  se calló? ¿Cómo es posible que un hombre enérgico actúe como un tímido  adolescente? ¿Por qué no exigió, al día siguiente de la elección, que se  hiciera un recuento general de votos o una nueva elección en Florida, lo que  hubiera atraído toda la atención de la prensa y la opinión pública, dificultando  un nuevo fraude? ¿Por qué no lo hizo? Aun más… ¿por qué no hizo nada? Varios  analistas sugirieron, entonces, que Al Gore fue amenazado de muerte por agentes  secretos del complejo militar-industrial que constituye el poder real del  imperio, pues éste necesitaba que Bush fuera Presidente para que no se malograra  todo lo que vino después: el Once de Septiembre y sus tres retoños, la guerra de  Afganistán, la guerra de Irak y el Acta Patriótica –Patriot Act- que ha tratado  de convertir al país en una dictadura.
 
 

 

 B)  

  El Once de Septiembre: ¿es cierto, como afirman  muchas personas en el mundo, que George W. Bush fue autor o cómplice o tenía  conocimiento previo de los terribles atentados terroristas perpetrados el 11 de  septiembre de 2001, en los que murieron miles de seres humanos? ¿Es posible esta  monstruosidad? ¿Pudo ordenar la muerte de miles de sus compatriotas o conspirar  para que esto ocurra o permitirlo pasivamente a sabiendas de que iba a suceder?  ¿Fue, en fin, el 11 de septiembre una autoagresión del imperio? 

 -¡No, de ninguna  manera! –exclaman, llenos de ira, sus defensores-.
 

 

 -Es probable… ya  que el imperio lo había hecho antes –sugieren, con cierta ironía, sin emoción ni  furia, sus detractores-.  

 

 -¿Cómo que ya lo  había hecho antes? –indagan, arqueando las cejas, aunque no del todo incrédulos,  los neutrales-.
 

 

 Este autor no se  va a lanzar, como es su costumbre, al abismo desvaneciente del pasado para  evocar probables autoagresiones ni actitudes sospechosas del imperio. Por  eso es que nada dirá de Andrew Jackson ni la «agresión» de los Seminoles, del  Incidente Duncan ni Las Malvinas, de Sam Houston ni El Alamo, de James Polk ni  Méjico, de Ulises Grant ni Alaska, de Sanford Dole ni Hawaii, del  acorazado Maine ni McKinley, de Victoriano Huerta ni el embajador Wilson, del  Lusitania ni el presidente Wilson, de Pearl Harbor ni Roosevelt, del  Golfo de Tonkín ni Johnson. No. Nada dirá de las que hay fuertes sospechas de  haber sido autoagresiones. Se va a situar sólo en el presente, en aquel día del  verano tardío o el incipiente otoño: el 11 de septiembre. Y lo va a hacer con  muchas preguntas quizás no del todo ingenuas, esperando que quienes las lean  recuerden, más menos, lo que sucedió aquel día, o lo que el gobierno y la prensa  corporativa dicen que sucedió aquel día, o lo que muchos dudan de lo que dicen  que sucedió aquel día, o lo que quizás ni siquiera sucedió aquel día… hace  seis años y medio:
 

 

 

  a) ¿Por qué los   Vuelos 11 y 175, que después impactarían las torres gemelas, no atacaron las   plantas nucleares de Indian Point, situadas a unas cuarenta millas al norte de   Nueva York, a orillas del Hudson, sobre las que volaron unos minutos antes del   ataque? ¿Qué clase de terroristas eran aquéllos que iban a morir para herir al   imperio y le salvaban la vida, pues de haber atacado a Indian Point habrían   muerto varios millones de personas, y se habría devastado por siglos el Corredor   Nordeste de Estados Unidos, que va de Boston a Washington, la zona más   importante del país, lo que habría sido el golpe de muerte al imperio?
 

 

  b) ¿Por qué el FBI   desechó los múltiples informes de que podían producirse ataques   terroristas usando como proyectiles o bombas los aviones de pasajeros?
 

 

  c) ¿Por qué varios generales   del Pentágono suspendieron el 9 y 10 de septiembre los viajes que iban a hacer   en avión el 11?
 

 

  d) ¿Por qué Donald Rumsfeld,   Secretario de Defensa –debía llamarse Secretario del Ataque- le comentó a un   ayudante que algo grande iba a suceder ese día media hora antes de que   sucediera?
 

 

  e) ¿Cómo se entiende que   varios de los diecinueve supuestos secuestradores obtuvieran visas de entrada y   salida de EU y se entrenaran en varias escuelas de aviación, y que, al mismo   tiempo, el FBI suspendiera una investigación que ya había iniciado sobre los   mismos, lo que hubiera evitado los ataques? ¿Quién ordenó la suspensión de tan   importante pesquisa?
 

 

  f) ¿Por qué varios testigos   claves, como controladores aéreos, bomberos, policías de Nueva York y agentes   del FBI, han sido amenazados si revelan detalles sobre el derrumbe de las   torres?
 

 

  g) ¿Cómo se entiende que la   Administración Federal de Aviación, (Federal Aviation Administration, FAA) y el   Comando de la Defensa Aérea de América del Norte (North American Air Defense   Command, NORAD), dos agencias que, por muchos años y hasta hoy, han actuado con   admirable eficiencia, fueran tan negligentes… sólo aquella mañana?
 

 

  h) ¿Cómo se explica que los   dos aviones F-15 que, finalmente, salieron de la Base Aérea Otis, de la Guardia   Nacional de Massachussetts, para interceptar las naves secuestradas, no lo   pudieran hacer porque volaron a un promedio de 450 millas por hora, que es menos   de la cuarta parte de su velocidad máxima de 1,875 millas por hora?
 

 

  i) ¿Por qué los aviones   impactaron los pisos superiores de ambas torres cuando pudieron haberlo hecho   veinte o treinta pisos más abajo provocando la muerte de muchas más personas?   ¿Acaso Mohammed Atta, piloto del Vuelo 11, que impactaría la torre norte, y jefe   directo de toda la operación, le dijo a Marwan al Shehhi, piloto del Vuelo 175,   que impactaría la torre sur: «Mira, Marwan, los hijueputas están en los pisos de   arriba, los de abajo son buena gente»?
 

 

  j) ¿Por qué el gobierno   imperial de Bush insiste aún, a seis años y medio de los atentados, en que las   torres cayeron porque el intenso calor provocado por el incendio del combustible   de los aviones debilitó la estructura metálica que sostenía los 110 pisos, a   pesar de que ya todo el mundo, sobre todo los ingenieros, asegura que sólo una   explosión masiva interna pudo provocar el derrumbe hacia dentro, o implosión, de   las torres? ¿No es lógico deducir que si ambas torres cayeron por implosión,   como prueban las evidencias, las enormes cargas explosivas tuvieron que haber   sido colocadas antes del impacto… no después?
 

 

  k) Si todo esto fue   producto, como sugiere la lógica, de una inmensa conspiración…. ¿quiénes   tenían el poder necesario para mover en secreto todos los hilos de esa diabólica   trama, sino las más altas figuras del gobierno, las fuerzas armadas y los   cuerpos de inteligencia y seguridad de Estados Unidos?
 

 

  l) Se dice que Osama bin   Laden fue el autor intelectual del Once de Septiembre y él lo reconoce. Pero…   ¿quién es y ha sido Osama? ¿Acaso su padre no era el socio del Viejo Bush   en la compañía petrolera Zapata Oil en los años 50? ¿Acaso no actuó Osama como   operativo de la Mossad -la Inteligencia más sionista que israelí-, y después de   la CIA, antes y durante la guerra que los mujadines le hicieron al gobierno de   Afganistán? ¿Fue cierto que rompió con el imperio yanki después que miles de sus   soldados osaran hollar el sagrado, para él, suelo saudita durante y después de   la Guerra del Golfo? ¿Acaso no sabía que los soldados del imperio yanki han   hollado todas las tierras que han podido hollar, desde hace dos siglos, en todos   los continentes, incluyendo la Antártica? ¿Acaso el imperio no había asesinado   ya a millones de civiles inocentes mucho antes de su «cambio»? ¿Se había unido   al imperio que ya había perpetrado tantos crímenes, desde el bombardeo a   Trípoli, en 1801, y aun antes –el imperio yanki es anterior a Estados Unidos,   tema que abordaré en otro análisis-, hasta la Guerra del Golfo, dos siglos   después, y se separaba de él porque unos soldados ignorantes se reían en   Riad y La Meca de las pobres mujeres de rostros invisibles y largos vestidos de   perenne luto? ¿No es evidente que si el imperio hubiera querido derrotarlo y   apresarlo y llevarlo a juicio por lo del 11 de septiembre, ya lo hubiera hecho?   ¿Aplastó a uno de los imperios más poderosos de la historia, Japón, y no   puede apresar a un fugitivo al que todo el mundo conoce? ¿Fue uno de los tres   grandes poderes que vencieron al ejército más formidable de la historia, el de   Hitler, y no puede apresar a quien sólo tiene una fuerza de cientos de hombres?   ¿Detuvo el avance de cientos de miles de norcoreanos y los hizo retroceder hasta   la frontera china y no puede vencer a un hombre que anda por ahí montando a   caballo y durmiendo en cuevas? ¿Asesinó a Madero, Sandino, Mossadegh, Trujillo,   Lumumba, Kennedy, Qasim, Diem, Che, King, Allende, Roldós, Torrijos y otros   grandes líderes y no puede ni siquiera darle un puntapié a quien no tiene   el apoyo de ningún gobierno? ¿Derrocó al gobierno de los talibanes en Afganistán   y al de Saddam Hussein en Irak, que tenía el quinto ejército más poderoso del   mundo, y no puede apresar a quien no tiene ni un techo que lo cubra? ¿Por qué?   ¿Cuál es el misterio?
 

 

 

 C) La guerra de Afganistán: si las evidencias  mencionadas no fueran reales y, efectivamente, Osama bin Laden era un enemigo  del imperio que preparó los atentados del 11 de septiembre, entonces estaba  justificado que el imperio tratara de apresarlo en Afganistán, pero no que  asesinara a cientos de miles de civiles inocentes con los bombardeos  indiscriminados a los que sometió al pueblo afgano, en los que murieron familias  en sus hogares, niños en sus escuelas, enfermos en sus hospitales, ancianos en  sus asilos, obreros en sus talleres, campesinos en sus siembras. Más de  trescientos mil seres humanos han muerto en estos seis años y medio de guerra  continua y el único éxito que ha logrado el imperio en ese país es convertirlo,  otra vez, en el primer productor mundial de amapola, con el 90% de la producción  mundial. ¿Estará el Viejo Bush detrás de este reno-vado y multibillonario  negocio de heroína? ¿Se seguirá reuniendo, en secreto, con los grandes señores  que controlan la producción de amapola en las tierras afganas, como lo hacía con  los libaneses en Beirut, los tailandeses en Chiang Mai, los bolivianos en Santa  Cruz y los colombianos en Antioquia? Este autor duda que este señor esté  reviviendo sus mocedades, cuando, como superagente y después director de la  CIA, era el capo di tutti capi del hashish, la heroína, la marihuana  y la cocaína en el mundo. Sus discípulos de la Agencia deben estar  ocupándose ahora de esos negocios.
 

 

 D) La guerra de Irak
 
 

 

 Cuando Osama estaba rodeado en las  montañas del sur de Afganistán y podía ser apresado por las tropas del imperio,  Bush decidió invadir a Irak usando, en parte, a los soldados que estaban  asediándolo. Hasta un niño de cuatro años al que se le dijera esto exclamaría:  «¡Qué extraño, eh!».
 

 

 ¿Tenía Irak armas de  destrucción masiva –Weapons of Mass Destruction, WMD— como dijo Bush para  justificar la invasión? Ha pasado cinco años del inicio de la guerra y no se ha  encontrado ni el menor indicio de que existan o hayan existido las armas de las  que Estados Unidos es el principal arsenal del mundo, pues tiene más de ellas  que el resto del mundo junto.
 

 

 ¿Fue Saddam  Hussein cómplice del Once de Septiembre? Sólo si fue Bush el autor de este  crimen pudo Hussein ser su cómplice, pues se sabe que, como aliado del imperio,  le hizo la guerra a Irán para que los agentes de los Ayatollas no  hicieran en los años ochenta lo que dicen que Osama hizo en el 2001. Si Bush no  lo fue y sí un Osama antiyanki, no hay nada que pueda vincular a Hussein  con Osama ni el Once de Septiembre.
 

 

 Ha transcurrido  cinco años del inicio de esta guerra, quizás la más injustificada e inmoral de  todas las guerras de la era moderna. Se cree que por sus acciones directas  y consecuencias indirectas, ha muerto de medio millón a un millón de iraquíes, y  más de cuatro mil soldados del imperio.
 

 

 Irak, la milenaria  Mesopotamia, cuna de la civilización, tierra gloriosa en la que surgieron las  ciencias, las artes y las letras –casi nada-, está envuelta en otra enorme  tragedia, la guerra civil, pero no entre los que apoyaban a Hussein y los que se  le oponían, sino entre las dos grandes facciones musulmanas del país,  Chiíta y Sunita, y aun entre Chiítas y Chiitas y Sunitas y Sunitas, y todos  contra la invasión imperialista que es la causa primaria de lo que está  sucediendo hoy en el país, desde la catástrofe humana y los grandes bombardeos  hasta los combatientes que se convierten en bombas y se inmolan y matan a  diestra y siniestra, protestando con mas cólera que locura por la violación y el  martirio de su patria.
 

 

 E) Abu Ghraib.
 
 

 

 El mundo entero  recuerda, con espanto supremo, las fotos de Abu Ghraib, en las que unos soldados  del imperio invasor someten a varios prisioneros iraquíes, en esa cárcel cercana  a Bagdad, en su propia patria, a las más hirientes y degradantes torturas que  recuerda la memoria humana, y, después, contemplan, sonrientes, alborozados, a  los que les han arrancado los ojos y han sido mordidos por perros feroces y se  apilan desnudos unos sobre otros y son obligados a tener relaciones sexuales y  son suspendidos por largas horas con los brazos en alto y la cara cubierta  por una capucha y han sido golpeados con gruesos bastones y han dejado en el  piso pequeños lagos de sangre y materia que quizás sean de órganos sexuales  
 
 (…)
 
 Bush y los principales  dirigentes del imperio, entre ellos el vice, Dick Cheney; el Secretario de  Defensa, Donald Rumsfeld; la Secretaria de Estado, Condoleeza Rice; el  Secretario de Justicia, John Ashcroft, y el Director de la CIA, George  Tenet, han tratado de desentenderse de aquel hecho abominable, pero  estudios recientes señalan que ellos sabían que, en las prisiones de Irak,  Guantánamo y otras que aún se mantienen secretas, los prisioneros estaban siendo  torturados.
 

 

 Un editorial de The New  York Times, el periódico más prestigioso de Estados Unidos, publicado este 20 de  abril y titulado The torture sessions –Las sesiones de tortura-, dice, entre  otras cosas: «Con el conocimiento y el apoyo del presidente Bush, algunos de los  más altos funcionarios del país no sólo aprobaron el abuso de los prisioneros,  sino que participaron en el plan detallado de los crueles interrogatorios y  ayudaron a que se creara la estructura legal para proteger de la justicia a los  que recibían las ordenes». Además: «Hemos leído los memorandums del Secretario  de Justicia redefiniendo la tortura y aduciendo que, en este sentido, Bush no  tenía que cumplir la ley».
 

 

 ¿Conocía Bush lo  que estaba sucediendo en Abu Ghraib? El editorial del Times no lo aclara,  pero, conociendo los otros crímenes cometidos por él y su familia, no es  difícil suponer que lo sabía. Tampoco menciona el editorial las torturas a que  eran sometidos los prisioneros en Guantánamo. Hace algún tiempo, un prisionero  de esta base naval que el imperio mantiene a la fuerza, violando el tratado de  arrendamiento que vencía en el 2001 y burlándose de la protesta de todo el  pueblo cubano, se fue arrancando el cabello y dándose golpes en la cabeza  durante toda una noche. Lo encontraron muerto por la mañana en su celda. En el  piso estaba todo su cabello.
 

 

 Las torturas de Abu  Ghraib fueron conocidas por las fotos publicadas, pero… ¿cuántas torturas aun  peores no habrá hecho el imperio de las que no hay constancia, en cárceles de  las que ni siquiera se sabe que existen? ¡Prisiones secretas no tuvieron  Assurbanípal ni Atila ni Gengis Khan ni Tamerlán ni Torquemada ni Robespierre ni  Hitler ni Trujillo ni Pinochet ni Fujimori! En este sentido… George W.  Bush ha roto todos los moldes  históricos.
 

 

 Algunos de  los soldados que participaron en aquello, y los oficiales que lo  permitieron, fueron llevados a juicio militar. Unos fueron declarados inocentes,  otros recibieron leves sentencias, como la de la joven soldado que mira  sonriente a la cámara junto a un hombre sin ojos y a un hombre sin falo,  levantando el pulgar de una mano en señal de triunfo. Casi todos ya están en  libertad. ¿Acaso Nixon no indultó al teniente Calley, el monstruo de My Lai? Un  ejército de honor los hubiera fusilado.
 
 F) El  pueblo.
 
 

 

 Mientras el imperio gasta y debe gastar más de un trillón de dólares en esas  guerras, el pueblo de Estados Unidos paga las consecuencias. Jamás desde la Gran  Depresión que comenzó con el crash bancario de 1929, un gobierno ha sido más  enemigo del pueblo, ni más hostil al trabajador, ni más amigo del que explota el  trabajo. Se han eliminado programas sociales que existían desde la época de  Franklyn Delano Roosevelt que han afectado la salud, la educación, la familia,  las artes, las investigaciones científicas, el cuidado de los niños, y se están  gastando los fondos del Seguro Social, con lo que se pone en peligro el retiro  de los que hoy aún trabajan y de los que ya lo disfrutan después de haber  trabajado toda una vida. Los salarios se han mantenido fijos por muchos años,  pero los precios de todo se han duplicado y triplicado –comida, medicina,  alquiler, ropa, gasolina, seguros obligatorios, transporte, diversiones, etc.-,  por lo que, en rigor, el salario es la mitad o la tercera parte de lo que era  hace unos años. Cientos de miles de personas han perdido sus casas, que  financiaban con el banco, y otros tantos las viviendas que alquilaban, por  lo que la población desamparada –homeless- ha llegado a  límites históricos. El delito, violento o no, ha aumentado en forma alarmante.  Los jueces, fiscales y abogados defensores no dan abasto. Las cárceles están  repletas. La inseguridad en las calles es la peor desde la era de Al Capone.  Graves secuestros y asaltos bestiales suceden ahora todos los días. La policía  de varias ciudades ha amenazado con irse a la huelga porque sus miembros están  trabajando muchas horas, de día y de noche, y tienen que hacerlo con sueño…  con el sueño americano. 

 

 
 G) La economía.
 
 
 

 

 John  Stiglitz, Premio Nóbel de Economía y expresidente del Banco Mundial, acaba de  declarar en la telemisora CNBC: «Estados Unidos se acerca a la peor crisis  económica desde los años 30» (se refiere, por supuesto, a la Gran Depresión, ya  mencionada) Basta con esta opinión tan autorizada para que se entienda el estado  en que este Bush deja la economía casi al final de su mandato. 

 

 
 H) En fin.
 
 En menos de diez meses, el 20 de enero del año que viene,  George W. Bush abandonará el cetro imperial. Quiere dejar en el trono a un Caín  al que llaman McCain, pero el pueblo de Estados Unidos no puede ser tan fatal.  Este Caín no mató a su hermano Abel, pero, a fines de 1967, después de  haber bombardeado… ¡veintidós veces! … las ciudades de Vietnam del  Norte como piloto naval, su avión fue derribado en su vigésima tercera misión y  él logró saltar antes en paracaídas. Herido, fue hecho prisionero. ¿Cuántas  toneladas de bombas lanzó este señor sobre Vietnam? ¿Sesenta, doscientas,  tres mil? Nadie lo sabe. ¡¿Cuántos niños, cuántos ancianos, cuántas mujeres,  cuantos hombres habrá matado este señor en sus veintitrés misiones terroristas  sobre ese martirizado país?! ¿Trescientos, ochocientos, once mil? Nadie lo sabe,  pero sí sabe el mundo entero que el imperio asesinó a más dos millones de  seres humanos en esa gloriosa patria, de los cuales más de la mitad fueron  víctimas de su aviación.
 
 Después de  cinco años y medio como prisionero de guerra, Caín recobró su libertad en 1973,  al lograrse el tratado de paz. Algunos años después dijo que había sido  torturado en prisión por militares del Gobierno Revolucionario de Cuba. Es  un dato bastante curioso que un piloto naval del imperio que, desde su guerra  contra el pueblo filipino en 1901, se hizo famoso por sus sistemáticas torturas,  diga que fue torturado por oficiales de un gobierno del que nadie tiene ni el  menor indicio de haber torturado a nadie.
 

 

 El pueblo de Estados Unidos votará por la oposición  que, por mala que sea, si lo fuese, no puede serlo tanto como aquello a lo que  se opone. Se cree que el candidato será Barack Obama y que llegará a la Casa  Blanca. Ojalá que este negro pueda blanquear de verdad a una casa que tantos  blancos ennegrecieron.
 

 

 (Este autor emplaza a cualquiera a que pruebe que una sola  frase de este análisis no se ajusta a la verdad)
 
 

 

 (*)  Vivo en esta ardiente y húmeda tumba del espíritu a la que llaman Miami, soy  cubano, tengo 68 años, me gradué en Ciencias Políticas en Columbia University en  1967, he sido profesor de historia en Nueva York y Miami. Hoy estoy  retirado de la vida académica y he dedicado los últimos 43 años a  luchar contra el imperialismo yanki, brazo armado del capitalismo  mundializado. Por mis orígenes familiares y sociales no siempre pensé  igual. Salí de mi patria el mismo día que triunfó la Revolución -1 de  enero de 1959-, con 19 años de edad, porque mi padre -Andrés Rivero Agüero- era  en ese momento el Presidente-electo de Cuba que debía sustituir a Batista en  febrero de ese año.
 
 Como dirigente del Movimiento  Nacionalista Cubano participé, en abril del 61, en la invasión a Playa  Girón -Bahía de Cochinos- quizás no tanto una contradicción si se tiene en  cuenta que lo hacíamos para evitar que los esbirros del imperio controlaran todo  el poder si aquella invasión triunfaba. Por suerte para todos,  fracasamos. A partir de entonces fui amalgamando las ideas nacionalistas y  socialistas, proceso que explico ampliamente en mi libro «Los sobrinos del Tío  Sam», una de cuyas ediciones internacionales fue hecha en España en 1976.  Regresé a Cuba en 1974 y volví a salir en 1977, viviendo en este  país desde entonces. He escrito otros libros. Ahora acabo de escribir  «Danilo» y reescribir «Chapultepec», novelas políticas que estoy tratando de  publicar en La Habana y en Méjico. Mi madre es salmantina y llegó a Cuba con  o­nce años de edad, por eso es que siempre he considerado a España  también mi patria, por la sangre y la enorme admiración que siento por su  extraordinaria cultura. Estuve en vuestra ciudad, la milenaria Egara  (Terrassa), en noviembre de 1958 y mayo de 1971, admirando su  historia, su arte, su industria, su escenario, su cálida gente. Comparto  plenamente vuestra posición de combatir al capitalismo mundializado desde una  posición de izquierda plural. O desaparece el capitalismo o su maldito  engendro, el calentamiento global, hace desaparecer la civilización en este  planeta.
 
 Yo escribía asiduamente en El Nuevo Herald en el 2000 y  2001 cuando el director era David Lawrence y el coordinador editorial,  Ramón Mestre. Era gente moderada. Después llegaron los  incondicionales del imperio y todo cambió. Le tienen miedo a la mafia  contrarrevolucionaria que controla la vida económica de esta ciudad. Es hoy la  ultraderecha». 

 

 

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