Mi compinche Marcos G. ha actuado de convocante y movilizador llamándonos a un buen número de gentes a tratar de poner en pie, de momento en Sevilla, un proyecto político nuevo y reparador para hacer frente a la agresión constante que sufren los desfavorecidos. No sé cómo saldrá todo pero sí que vamos a intentarlo con compromiso, con ganas y con fraternidad (¿se acuerdan?: ¡Libertad, Igualdad y Fratermidad!). Como una especie de aviso a navegantes, hace pública otra de sus Cartas al Director y a los Amigos, que no creo que le moleste que transcriba aquí:
El Compromiso: La utopía ha regresado, viva la utopía
Me confirmó aquella chica de pelo blanco, de cuerpo menudo y fuerte de convicciones, que a veces uno comparte el lado frío de la almohada con su adversario (gracias Belén).
He convenido asistir con mis amigos a un parto. Nunca pensé que este advenimiento fuera a ser fácil, pero sí imprescindible. Todos hemos sufrido una metamorfosis, no ha sido la de Kafka, pero se ha parecido. Hemos sido el corredor de fondo de Sillitoe o el soldado Svejk y a veces alumnos de Juan de Mairena (el que naciera aquí, al lado de casa). El camino está siendo duro y tortuoso. Tenemos que ir aprendiendo al mismo tiempo que desaprendiendo y volviendo a Kafka El proceso aún no se ha terminado. Lo que se nos vendió como un mundo feliz se ha convertido en el gran hermano de Orwell.
¿Por qué? Mis queridos amigos, después de haberle ganado tiempo a la muerte os planteo un encuentro en lo común, un compromiso con los desheredados, con lo que ello supone. La respuesta vosotros la sabéis. Es tan grande la agresión que el conjunto de la sociedad está sufriendo en esta cagada de mosca en el mapa y en el resto del planeta que hay que optar por un lado de la barricada. Sería inmoral desde una posición simplemente humana no tomar partido. O con los poderosos o con los más humildes. No nos dejan otra opción. Lo que hay no nos vale, y lo que anuncia la cartelera no es plato de gusto.
Alguien ha gritado “¡la izquierda ha muerto, viva la izquierda!”. Sería una contradicciónque nosotros, críticos con el viejo lenguaje utilizáramos la vieja gramática. Nos ofrecemos y ofrecemos a los demás un lugar de encuentro, en lo plural, en lo común. Una nueva forma de comunicación, una alianza fraternal y un compromiso con nuestro tiempo, nuestra sociedad, nuestra tierra y con el resto de las tribus del planeta.
En estos tiempos de oscuridad, se necesitan matronas, no sastres ni enterradores.Esos se encuentran en los bancos de los parlamentos, en las direcciones de las entidades financieras, entre los accionistas de la guerra… y son los esquilmadores del planeta.
La utopía ha regresado, viva la utopía.