Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

Las verdaderas causas de la elevada deuda pública

Publicado en publico.es el 16 de mayo de 2012

Las autoridades europeas se empeñan en hacer creer que el principal problema que tienen que resolver es el de la deuda pública y afirman que ésta se ha generado por el excesivo gasto de los gobiernos en servicios públicos, y porque las personas normales y corrientes hemos vivido «por encima de nuestras posibilidades». Por eso dicen que su único remedio es aplicar las durísimas políticas de austeridad que proponen.

Se trata de un juicio que no responde a la verdad y que está llevando a los países europeos al desastre porque los efectos de los recortes de inversión pública y gasto social que aplican está destruyendo la capacidad de generar ingresos, no solo a corto sino a medio y largo plazo, y eso va a dar lugar, si no se cambia de rumbo urgentemente, a muchos años de penurias y grandes sufrimientos y convulsiones sociales.

Con independencia de que en la mayoría de los países el problema es la deuda privada y no la pública (un asunto que no voy a tratar ahora) la realidad es que las causas verdaderas de ésta última son otras distintas a las que proclaman las autoridades y, por tanto, requieren un tratamiento diferente. Las más importantes son la siguientes:

– En primer lugar, haber prohibido la financiación a los gobiernos por el banco central y obligar a que se financien por la banca privada. Eso ha producido un encarecimiento extraordinario de la deuda traducido, paralelamente, en enormes beneficios para los banqueros privados. Los economistas franceses Jacques Holbecq y Philippe Derudder  han demostrado en su libro La dette publique, une affaire rentable: A qui profite le système?( Ed. Yves Michel 2009) que Francia ha tenido que pagar 1,1 billones en intereses desde 1980 a 2006 para hacer frente a la deuda de 229.000 millones existente en ese primer año. Es decir, que si hubiera sido financiada por un banco central sin pagar intereses se hubiera ahorrado 914.000 millones de euros. Sabemos que España ha pagado ya tres veces la deuda que tenía en 2000, Agustín Turiel ha demostrado que solo en 2008, 2009, y 2010 ha tenido que pagar 120.842 millones de euros para hacer frente a la deuda en las condiciones que le imponen los mercados (La deuda ilegítima del Estado Español) y que en los Presupuestos Generales del Estado de 2012 se consignan más de 28.876 millones de euros de intereses. En toda la Unión Europea los dos investigadores citados muestran que se pagan anualmente unos 350.000 millones de euros a la banca privada por este mismo concepto. Es evidente, pues, que el factor principal que ha encarecido la deuda pública, el que la mantiene hoy día en sus niveles desorbitados, es el que haya sido financiada por la banca privada a intereses de mercado.

Si el Banco  Central Europeo hubiera actuado como un auténtico banco central, en lugar de ceder la financiación a la banca privada para que esta hiciera un negocio descomunal, las economías europeas no estarían en la situación calamitosa en la que están y los pueblos europeos no tendrían que estar soportando los sacrificios tan grandes que ahora soportan. Además, de esta forma se habría evitado no solo tener que gastar mucho más en la financiación sino también el sufrirla en las condiciones tan volátiles que generan los inversores especulativos que predominan en los mercados. Y así se obligaría más fácilmente a los bancos a que dediquen sus recursos a cumplir con su función que es la de financiar a las empresas y consumidores para que así haya actividad, empleo e ingresos públicos suficientes.

– En segundo lugar, el gran incremento de las desigualdades que ha hecho que montantes cada vez más grandes de ahorro de las clases más ricas se destinen a la especulación deteriorando la actividad productiva y disminuyendo así la generación de ingresos privados que, a su vez, nutran puedan nutrir las arcas públicas. Y no se puede olvidar que esa desigualdad se ha generado deliberadamente, por influjo de los grandes grupos oligárquicos, al aplicarse políticas de moderación salarial y de fomento del trabajo precario, y haciendo reformas fiscales regresivas que han mermado los ingresos públicos con tal de permitir que los más ricos, las grandes fortunas y grandes empresas, apenas paguen impuestos. Si estas últimas no cometieran fraude fiscal en España no habría que hacer posiblemente ningún tipo de recorte en el gasto público.

– En tercer lugar, la existencia consentida de paraísos fiscales en donde se calculan que hay entre 1,5 y 2 billones de euros que no tributan ni un solo euro a las haciendas europeas.

– En cuarto lugar, la identificación del progreso con el mito del crecimiento intensivo que ha llevado a realizar gastos públicos completamente innecesarios e improductivos (grandes aeropuertos e infraestructuras infrautilizados y desproporcionados, trenes de alta velocidad, edificios suntuarios…).

– Y finalmente, la falta de democracia real que permita el control social de las autoridades, la sanción contundente de la corrupción y la participación efectiva de la ciudadanía en la gestión presupuestaria para poder evitar que ocurra todo lo anterior.

Por lo tanto, la solución a los problemas de la deuda pública en Europa no puede pasar por las políticas de austeridad que están aplicando las autoridades y que simplemente consisten en recortar derechos sociales y recursos para el bienestar, con el fin soterrado de facilitar el negocio de su provisión privada y de mantener los privilegios de la banca y de las grandes empresas.

La solución es otra.

Con carácter inmediato hay que plantear una quita en toda Europa de la deuda existente, que es completamente imposible que se pueda pagar, repudiando la deuda generada por la financiación privada y por la especulación en los mercados; modificar el estatuto del Banco Central Europeo para que financie sin intereses los gastos extraordinarios de los gobiernos (sin perjuicio de que eso deba ir acompañado de un control de las demás circunstancias que provocan un crecimiento inadecuado de la deuda pública que debe limitarse a financiar necesidades extraordinarias o las inversiones que necesita el desarrollo integral y sostenible de las economías); la prohibición de los paraísos fiscales; la puesta en marcha de un plan de lucha contra el fraude en toda Europa y de reformas fiscales  progresivas con figuras impositivas que graven las transacciones financieras y particularmente las de carácter especulativo; recuperar el poder adquisitivo de las rentas más bajas para generar actividad, empleo e ingresos públicos; prohibición de la utilización de productos financieros vinculados a las necesidades sociales básicas o a los recursos estratégicos de las economías; y reformas políticas que fortalezcan las democracias el control, social y la participación ciudadana. Aunque, siendo realistas, hay que señalar que para frenar de verdad la deuda pública y no echar sobre las economías una losa insoportable e insostenible en forma de gasto público corrupto y despilfarrador, será necesario a medio plazo avanzar aún más, estableciendo controles de capital para evitar la constante inestabilidad monetaria, desmercantilizando el trabajo y repartiendo el empleo, y configurando nuevos regímenes de propiedad y de derechos asociados a ella para evitar la concentración actual de los recursos y el dominio de los mercados y de la sociedad por los grandes grupos de poder empresarial y financiero.

11 comentarios

Juan Murillo 16 de mayo de 2012 at 11:34

— Okey —

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agnate 16 de mayo de 2012 at 11:42

Bastante de acuerdo con el diagnóstico, pero muy pesimista en cuanto a la solución, el poder de las transnacionales financieras es superior a nuestro sistema politico y al de la union europea, únicamente le podría hacer frente la rebelión de las masas bien informadas. Pero estamos viendo el seguimiento al 15-M, la gente está dormida debido al miedo.
Si la gente despertase y defendiese en bloque sus derechos, el PPSOE para empezar se plantearía su estrategia contemplativa y complacedera de los poderes financieros.
Soy muy muy pesimista, basta observar como los gobiernos son reciclados una y otra vez con distintos colores, pero el collar del perro segue siendo el mismo.
A nadie veo crticar a Jaime Caruana, el que probablemente con sus contactos neoliberales yankis, como miró para otro lado mientra la banca española se exponia y los directivos se enriquecian vilmente. Ahi está el tio, en el BIS mas agusto que un cochino en el barro. ¿ Y el informe que le entregaron los inspectores del BdE a Pedro Solbes avisando de los desmanes ? papel higienico.
Me temo que el unico remedio es la revolucion.

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Manoli 16 de mayo de 2012 at 11:58

Ojalá se lleve a cabo esa política económica por el bien de la mayoría de la gente. Hay que difundir y luchar por ello. Los medios tradicionales no están interesados en que se propaguen estas informaciones.
Saludos/Manoli

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alberto 16 de mayo de 2012 at 12:04

La reforma de la emisión Estatal del dinero
Sabemos que en el origen de la historia del ser humano éste tenía que procurarse todos los elementos para la supervivencia, desde el alimento hasta el cobijo. Evidentemente todo el tiempo lo tenía ocupado en obtener dichos elementos, hasta que se percató que ahorraba en esfuerzo y tiempo si se especializaba en una actividad, produciendo mas bienes de los que consumía para luego intercambiar con sus vecinos el resto de los bienes que el no generaba por si mismo.
Por lo tanto el gran avance del ser humano se logro con la división del trabajo, pues al obtener “tiempo libre”, le permitió poder “progresar” en su condición de simple animal pues podía reflexionar sobre su propia naturaleza esencial, “Quien soy yo”.
Podemos observar como toda tentativa cultural de la humanidad ha sido siempre automática y necesariamente ahogada por la caída de los precios, pues el progreso está íntimamente relacionado con la división creciente de trabajo y ésta es sinónimo de oferta, y la oferta no puede conducir al canje si los precios se derrumban por escasez de demanda (dinero).
Dinero y cultura se desarrollan y desaparecen juntos.
Pero tan sano pensamiento tuvo una tonta expresión. Los mercantilistas confundieron dinero y oro. Creían que el oro producía el milagro gracias a su «valor intrínseco». Dinero y oro eran para ellos la misma cosa. No sabían que en vez del oro, era su uso como “dinero” el que promueve el intercambio, y que la riqueza surge de la división del trabajo.
Quien haya aprendido a distinguir y diferenciar el dinero del oro convenciéndose también de la importancia de mantener los precios estables, eliminará naturalmente la superstición del valor del oro, y concluirá que:
Hay que emitir simplemente papel moneda y proporcionarlo a la gente en cuanto se note que la oferta supera a la demanda y que los precios empiezan a decaer (se hace obra pública, se disminuyen los impuestos), y viceversa retirar papel moneda e incinerarlo tan pronto como se observe que la demanda sobrepasa a la oferta y que los precios suben (emisión de deuda pública, se incrementa los impuestos), de manera tal que los precios tendrán que permanecer fijos. Los gobiernos utilizarán para ello simplemente una imprenta y un horno.
Sin embargo el papel-moneda, en la forma actual, (es decir, sin obligación material e inmediata de circular) no sirve para nuestros propósitos.
Mientras el dinero, continúe considerándose como mercancía y no como tenedor de un “valor transferido”, tendrá preferencia sobre los bienes, pues las mercancías y productos se degradan y pierden valor, pero el “dinero” que las representan fuera de toda lógica lo mantiene inalterable. Por ejemplo: Si emitimos un vale por una manzana, el poseedor del vale tendrá ventaja respecto al que conserva la manzana, pues el vale no pierde valor, y la manzana se oxida.
Caemos fácilmente en la cuenta que el sistema económico actual se está jugando con cartas marcadas, pues mientras un jugador (el productor o trabajador) cumple las leyes de la naturaleza, el otro jugador (el capital) las incumple.
Además el dinero no puede ser simultáneamente un medio de cambio y de ahorro, comportándose a la vez como un látigo y freno.
El dinero, por tanto, como medio que representa un bien, tiene que tener el mismo valor que el bien al cual representa, debe cumplir las mismas expectativas (tiene que oxidarse).
Y al igual que si prestamos un bien sólo exigimos su devolución sin merma ni deterioro, cuando prestamos a su representante (el dinero oxidable) tampoco exigimos intereses pues cuando nos lo devuelven lo hacen con el mismo valor.
del primer tomo de Silvio Guesell: “El orden Económico Natural”.
SALUD.

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Oscar Viera 16 de mayo de 2012 at 12:28

Pues yo creo que es más sencillo que todo eso, con cambiar el sistema monetario y comprender que el dinero no es un bien sino un derecho de uso, se solucionan la mayoría de los problemas.
cambiar el paradigma de la escasez, quitar el monopolio de la emisión haciédolo universal y aplicar las reglas de la caducidad y prescripción a ese derecho pone en linea a todos, en una economía sana y una sociedad justa.

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Jesus 16 de mayo de 2012 at 18:31

Yo creo que el problema de todo esto es muy simple: si los bancos no hubiesen prestado lo que no tenían a quien no era seguro que lo puidera devolver (ya sea particulares, empresas o gobiernos), sobre todo si los ingresos futuros estaban condicionados al mantenimiento de la situación de crecimiento, ahora no estaríamos todos los ciudadanos pagando lo que nunca existió? Asi que simplemente habria que forzar a todos los gobiernos y bancos a reunirse y a arreglarlo. Quitándose todos por igual lo que ellos mismos se inventaron. El proceso sería muy complejo y sobre todo no se va a hacer porque los ciudadanos, los que verdaderamente estamos sufriendo las consecuencias y teniendo que trabajar REALMENTE para crear ese dinero y de gratis casi, no pintamos una mierda. No tenemos poder ni nunca lo hemos tenido. Solo somos esclavos. Lo peor de entender todo esto es no poder hacer casi nada, porque entre otras cosas, a poco que hables con alguien de esto siempre saldrá defendiendo al gobierno de turno y su teoría de que la causa es de los propios ciudadanos que crearon la crisis pidiendo créditos. Y como la culpa es de todos segun ellos, debemos pagar todos. Pero a mí no me salen las cuentas, por mucho ciudadano que haya dejado de pagar su hipoteca. Ojalá todos saliéramos a la calle a protestar.

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Jesús 17 de mayo de 2012 at 07:46

Hola, todo eso no se va a poder hacer con urgencia. La solución inmediata es más sencilla. Si el BCE hace un comunicado público en el que asegura que respalda al 100% la deuda de todos los países miembros, se acabó el problema a corto plazo. No hay ni siquiera que imprimir el dinero. El comunicado sólo ya espanta a un buen número de inversores. Se acabó la rapiña a corto plazo. Entonces ya tendríamos tiempo para hacer algunas de esas reformas más hondas y necesarias. Pero lo primero es cortar la hemorragia, y eso no pasa por comprar deuda en secreto, hay que hacerlo en una rueda de prensa, en un comunicado oficial, con todos los medios, sin poner trabas ni dudas: «El BCE respalda al 100% toda la deuda de los países miembros». Qué fácil es, y no se hace. Así iremos al agujero…

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guss 17 de mayo de 2012 at 09:45

Esta genial, gracias.
mucha salud

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Eugenio 18 de mayo de 2012 at 07:18

¿Pero quién o quiénes y cuándo van a dar el paso para detener tanta golfería político-financiera?
Tengo la sensación (y sólo es una sensación, por ahora) de que ciertos sectores extremistas de la sociedad tienen razón. Para qué votar, al menos en España. Da igual una formación que otra. Si la sociedad más afectada no reacciona y no se compromete ni se implica, lo tenemos crudo.

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Roser 19 de mayo de 2012 at 17:06

De todo corazón desearía que las cosas fueran mas sencillas así como sus posibles soluciones. Pero mi sentir y mi creencia, visto lo visto y experimentado todo ello estos años, es que el comentario de «agnate» no va muy descarriado. tampoco los demás comentarios. Pero el miedo paraliza la acción. También hay una gran dosis de confusión y, como no podía ser de otro modo, de desinformación. La tv, informa-masas, hace lo que puede para una información-desinformadora. Y el humano es muy acomodaticio.
A lo largo de la historia el esclavo-sometido se ha rebelado despues de tiempo de atropello y sufrimiento.
Hoy se está dando todo ello a gran escala. En el mundo occidental se ha experimentado la democracia y el nivel de conocimiento e información es elevado. La pregunta es: ¿qué necesita esa gran mayoría para ejercer su gran poder? Somos multitud ¿dónde está el freno? .
Sinceramente creo que no nos identificamos como uno solo, cada uno con su vida propia, como individuo, pero socialmente uno sólo como blanco de la tiranía y el despotismo, del engaño, la manipulación, el abuso,…en fin, del desvergonzado atropello del que somos blanco.
Nos engañan, nos ningunean, les importa un bledo nuestras carencias, necesidades como ser en dignidad, si hay o no trabajo y por tanto comida, vida digna y sanidad para sus «administrados» (sustituto de vasallo).
En fin. Me parece que los que no hacen lo adecuado no sólo son los de arriba sino, y eso es aún peor, los de abajo.
Espero tengamos suerte y no sea demasido duro lo que se avecina. Que en la caía por el «agujero» no se nos rompa el alma.

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Ildefonso Blanco 20 de mayo de 2012 at 10:35

* claro; siempre es mejor que nos presten dinero sin intereses a la competitividad.
viva el 3er mundo

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