Publicado en LA CLAVE, nº 357, 15 de febrero de 2008
Los períodos preelectorales son un caldo de cultivo para la demagogia, pero en esta ocasión y en materia fiscal me parece que estamos llegando al paroxismo.
El Partido Popular ofrece en conjunto una rebaja media del 16,5% y para justificar la pérdida de ingresos que traería consigo dicen que provocará más crecimiento y que éste generará mayor recaudación, una tesis completamente desacreditada y sin apoyo de la más mínima evidencia empírica.
Por su parte, el PSOE ofrece devolver 400 euros a todos los contribuyentes pero tampoco dice qué persigue exactamente con ello. Es impensable que a base de aumentar la nómina en 30 o 40 euros mensuales se pueda impulsar el crecimiento, y creer que con esa medida se avanza en la equidad fiscal es sencillamente un chiste malo.
Lo irresponsable de estas propuestas de los grandes partidos es que hablan de fiscalidad como si ambos no hubieran gobernado ya bajo esta filosofía y como si no supiéramos cuáles han sido sus resultados: los estudios académicos han demostrado que las reformas fiscales que hizo el PP favorecieron a los niveles más altos de ingresos y a los perceptores de rentas de capital, y que la diferencia en el porcentaje de gasto social sobre el PIB respecto a Europa disminuyó bajo su mandato. Solo los gastos dedicados a seguridad ciudadana, por ejemplo, bajaron un 20%, más o menos lo que aumentó (18%) el número de vigilantes privados; leyes emblemáticas del período Zapatero como la integral contra la violencia de género o la de dependencia no se pueden aplicar completamente por falta de presupuesto, lo que hace aumentar las ofertas de servicios privados.
En realidad la rebajas fiscales son el avance de lo que a este paso nos espera: que cada ciudadano se pague los servicios que necesite. Los que puedan, claro.