Publicado en La Opinión de Málaga. 4-4-2004
Los crímenes sociales más abyectos se han escrito en nombre del patriotismo. No ha habido terrorista alguno que no se haya sentido un patriota cuando inmola la vida de cualquier inocente. No hay un término más pervertido y que haya ocasionado más persecuciones injustas, más muerte y más infelicidad.
Ha sido así porque el de Patria es un concepto construido a base de exclusiones, esculpido con sangre por los poderosos y por los que detrás de cada guerra logran trazar la frontera entre ellos, la Patria, y los demás.
En octubre de 1917 un joven García Lorca escribía un artículo en Granada sobre el patriotismo, uno de esos escritos que le iban haciendo odioso ante los que él mismo llamaba “sacerdotes del patriotismo que van arrollando a la dulzura y al amor”. El poeta hablaba de la España de entonces como “apoteosis de la imbecilidad”, como “país de negruras, de fuego y horror”. Eran otros tiempos, afortunadamente. España es ahora plural, moderna y mucho más respetuosa pero siguen desgraciadamente vigentes, aquí y en todo el mundo, muchos de los males que García Lorca repudiaba.
Decía Federico que “el patriotismo es uno de los grandes crímenes de la humanidad porque de sus senos podridos por el mal surgen los monstruos de la guerra. Por patriotismo los hombres han caído en las negruras de la muerte. Por patriotismo la verdadera patria fue deshecha y escarnecida. Por patriotismo nacieron los males de la tierra. Por patriotismo fueron los hombres odiosos y crueles”.
Y llevaba razón. El sentimiento patriótico no parece ser capaz de levantar más que los ánimos de guerra, el enfrentamiento civil, la persecución y, tantas veces, la muerte.
En 1998 el entonces presidente George Bush invocaba el patriotismo cuando un barco de la armada norteamericana disparó a sangre fría contra un avión iraní asesinando a 290 civiles. Se limitó a decir: «Nunca pediré disculpas en nombre de los Estados Unidos de América. No me interesa cuáles son los hechos». Era el mismo estilo de patriotismo del que se ufanaba Ronald Reagan que en una ocasión afirmaba, «un centenar de naciones en Naciones Unidas no están de acuerdo con nosotros en prácticamente ninguna de las cosas que se les proponen, y en las que nosotros estamos involucrados, y esto no perturba en absoluto mi desayuno».
El patriotismo se ha convertido así en el pasaporte para la violencia, en el sello que permite a quien se apropia de él justificar la exclusión de los demás y legitimar su linchamiento. Lo paradójico y terrible es que el patriotismo es precisamente lo que niega a los demás puedan ser igualmente patriotas.
El problema es que el patriotismo es un abstracto detrás del cual pueden ocultarse muchas cosas.
¿Es patriota quien involucra a su país, a su Patria, en una guerra que no desea más del 80 por ciento de la población?, ¿basta para ser patriota con decir que eso se hace en bien de la Patria? Si no son sus gentes ¿quién es entonces la Patria a la que tanto se ensalza y por la que se dice actuar?
¿Es patriotismo vender a bajo precio patrimonio nacional, patrimonio patriótico, a grupos privados? ¿Basta solamente con afirmar que eso es lo mejor para la Patria? ¿Sólo los más ricos son la Patria y podemos entonces inmolar en su bien los intereses generales?
¿Es patriotismo negarse a que los patriotas republicanos que dieron su vida por su Patria descansen finalmente en paz, o que sus hijos o descendientes tengan los mismos derechos que los demás patriotas? ¿Es patriotismo hacer a unos patriotas y a los que no pensaban como ellos enemigos de la Patria?
¿Es patriotismo mentir?, ¿puede un patriota ocultar la verdad a su Patria?
Si la Patria somos todos y precisamente por eso la Patria es siempre plural, ¿es patriota excluir a una parte? ¿es patriotismo considerar que sólo unos interpretan acertadamente el sentir de la Patria?, ¿se puede amar realmente a la Patria odiando a quien también forma parte de ella?
Cuando el patriotismo se limita a ser un concepto vacío termina por ser patrimonio del más fuerte y se convierte en un medio de exclusión y rechazo, en una frontera que sólo puede traspasar quien es de la misma tribu, quien piensa igual, quien se somete al dictado del que la ha trazado. Y quedan fuera los distintos, los otros. La Patria sirve entonces sólo para crear la antipatria y el patriotismo es únicamente la consagración de la división y el enfrentamiento.
En España hemos vivido cuarenta años bajo la retórica odiosa de un patriotismo excluyente y cutre, creador a cada instante de antipatria. Aún quedan demasiados resabios y, de hecho, cuando aquí oímos hablar de patriotismo es justamente para justificar aquello que se hace contra el otro, no al revés, cuando se trata de integrar y hermanar. En ese sentido, nada pudo ser más antipatriótico que el franquismo pues labró una cultura maniquea y un sentimiento permanente de antipatria que aún pervive
Pero puede haber otros conceptos y otras formas de ser patriota y de ejercer el patriotismo.
Habermas puso de moda un concepto de patriotismo que quería serlo en positivo, el patriotismo constitucional. En realidad, lo entendió de forma bastante elemental y pensando en el enfrentamiento que se había producido en su país: “Para nosotros, ciudadanos de la República Federal, el patriotismo de la Constitución significa, entre otras cosas, el orgullo de haber logrado superar duraderamente el fascismo”. Se trata, pues, de un sentido de la Patria que incluye y que acerca, que integra y que hermana. El patriotismo constitucional es el que permite converger en la defensa de la democracia, nunca un monopolio que termina por negarla o limitarla. Como el mismo Habermas decía, “si el patriotismo es un patriotismo que se orienta hacia los logros de la democracia, todos son patriotas”.
Lo que ocurre es que si el patriotismo que se asume es el de la democracia, es decir, el que parte de aceptar que todos somos patriotas, ¿qué sentido tiene entonces que uno se autodefina en virtud del patriotismo de sus acciones, si así lo son también las de los demás? ¿no es inútil que alguien que considere patriota a los demás trate de distinguirse a sí mismo denominándose de esa forma? El verdadero patriota no es el que se considera a sí mismo como la quintaesencia del patriotismo sino el que es capaz de reconocer que la conducta de los demás puede ser tan patriota como la suya.