El título de este comentario es el del libro que acaba de publicar en Editorial Espasa José Esquinas Alcázar. Un título que lleva una segunda parte esclarecedora: Cómo frenar la amenaza a nuestra supervivencia.
El autor es ingeniero, doctor por la universidad de California y ha sido profesor universitario e investigador durante varios años, pero creo que su trayectoria destaca, sobre todo, por su labor en el seno de la FAO, la organización de las Naciones Unidas para abordar los problemas de la alimentación y la agricultura.
Durante más de 30 años ha contemplado desde cerca -visitando casi 130 países- y analizado el problema de la desnutrición, y ha sido el principal impulsor de un acuerdo internacional cuyo cumplimiento es fundamental para garantizar la vida en el planeta, el Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura.
El libro que ahora ha publicado es un documento a mi juicio de extraordinaria utilidad para conocer la realidad de lo que está ocurriendo en nuestro mundo.
Por un lado, explica claramente por qué el hambre no es, ni mucho menos, una desgracia inevitable o el resultado inexorable de la escasez. Con datos y gracias a su experiencia directa y sobre el terreno, Esquinas muestra que el hambre es, en realidad, la consecuencia de que no haya voluntad política para atajarla porque se deja que predomine el interés comercial de las grandes compañías y bancos que controlan los recursos fundamentales para la vida en nuestro planeta. En el libro se demuestra que no sólo no faltan recursos, sino que, por el contrario, se produce mucho más de lo que se necesita, pero de un modo tan irracional, en aras de ganar dinero, que se desperdicia, provocando además enfermedades y gastos de todo tipo que suponen finalmente una factura mucho más elevada que la necesaria para garantizar la supervivencia de las 35.000 personas que mueren cada día de hambre en todo el mundo.
En el libro se analiza también la estrecha relación que el hambre tiene con modos de producir y consumir que atentan contra la diversidad natural que es la base de la vida y se explica, a través de numerosos ejemplos y experiencias, de qué forma se han transformado los recursos comunes en mercancías, provocando derroche y escasez al mismo tiempo.
Esquinas muestra también con minuciosidad y desde primera línea las enormes dificultades a las que se enfrentan los organismos internacionales, las presiones e incluso las amenazas que sufren quienes día a día tratan de salvar al planeta.
El autor señala con rigor y valentía la naturaleza del principal problema que tenemos hoy día los casi 7.900 millones de seres humanos que poblamos la Tierra, la comisión de un auténtico ecocidio, un delito de lesa humanidad que deberías ser considerado y perseguido como tal por los tribunales internacionales.
José Esquinas no es ingenuo al respecto. En los dos capítulos finales de su libro ofrece respuestas posibles para evitar la desaparición de la vida humana en el planeta a causa de la propia acción humana pero lo hace señalando que eso es algo que no cabe esperar que se produzca si la población no toma conciencia de la amenaza. Solo se podrá garantizar su supervivencia si la gente decide actuar, reclamando medidas, leyes e intervenciones y también convirtiéndose en operadores activos de esa reclamación, convirtiendo -dice Esquinas- su carro de la compra en un carro de combate contra la destrucción de la casa común de la especie humana.
Se trata de un libro de muy fácil y atractiva lectura y que cualquier persona culta debería leer, sin distinción ninguna, salvo la de no querer ser ignorante. No plantea un combate de izquierdas o de ideologías; se trata, sencillamente, de saber qué nos está ocurriendo y qué se puede hacer para salvar a todos los seres humanos, si es que no queremos que perezcamos juntos, como también señala con toda la razón en su libro.
Lea el libro y difúndalo.