Ganas de Escribir. Página web de Juan Torres López

¿Se pueden evitar las crisis financieras?: La lección de la historia

Publicado en Dossieres EsF (Economistas sin Fronteras), Nº 7, Octubre de 2012 

La sabiduría convencional más extendida y de mayor influencia social tiende a presentar las crisis financieras como una especie de accidentes inevitables, y precisamente por ello, también impredecibles. Los modelos que se enseñan en las facultades de Economía muestran que la probabilidad de que los mercados financieros se perturben fatalmente cuando se les deja actuar libremente es casi nula, así que solo el azar o fenómenos accidentales podrían considerarse como sus causas desencadenantes cuando efectivamente se producen (Como dice Joseph Stiglitz en Caída libre. El libre mercado y el hundimiento de la economía mundial, Taurus, Madrid 2010, p.131, «según los modelos estándar, el tipo de crac de los mercados de acciones que se produjo el 19 de octubre de 1987 podría ocurrir solo una vez cada 20.000 millones de años, un lapso de tiempo mayor que la existencia del universo. Pero, a continuación, otro acontecimiento ‘de una vez en la vida’ se produjo tan solo diez años después, como parte de la crisis financiera de 1997-1998»).

Como en otras ocasiones y en relación con otros asuntos, este tipo de explicaciones se mantienen y difunden, a pesar de que la realidad muestra tercamente que no son veraces, hasta convertirse en las que todo el mundo da como buenas y aceptables. Actualmente disponemos de datos suficientes como para saber con bastante precisión cuándo y dónde se han producido las crisis financieras, qué factores las han provocado y cuál ha sido el entorno económico, político, institucional, social o incluso psicológico en el que se han producido, cómo se han manifestado y qué efectos han tenido. Esos datos nos proporcionan, para periodos ya muy largos de tiempo, un conocimiento bastante riguroso y contrastado de todo lo que tiene que ver con las crisis financieras y particularmente de las circunstancias que se dan o no cuando se han producido y cuando no las ha habido.

Los datos históricos son muy elocuentes, tal y como demuestra la Gráfica nº 1 que presenta Alan M. Taylor en una investigación recientemente publicada (Alan M. Taylor, The great leveraging. Working Paper 18290 http://www.nber.org/papers/w18290, p. 3.) a partir de los datos ampliados que proporcionan Qian, Reinhart y Rogoff (Rong Qian, Carmen M Reinhart, and Kenneth S Rogoff, On Graduation from Default, Inflation and Banking Crises: Elusive or Illusion?, NBER Macroeconomics Annual 2010, MIT Press).

En ella puede comprobarse que, en los diversos países estudiados, las crisis financieras no se han producido en todos los momentos ni con igual intensidad en todas las economías, sino que ha habido fases con mayor incidencia de crisis que en otras y que, en algún período largo, ni siquiera se han producido. Se puede deducir, entonces, que si descubrimos qué tienen de particular las etapas con apenas crisis financieras y aquellas otras en las que abundan, podremos deducir las condiciones para que estas no se produzcan.

Los datos empíricos demuestran que desde la finalización de la segunda guerra mundial hasta los años ochenta el porcentaje de economías de alto, mediano o bajo ingreso que sufrieron crisis financieras fue prácticamente nulo, a diferencia de lo que había ocurrido en épocas anteriores y también a partir de los ochenta. Por tanto, se pueden establecer en principio dos grandes conclusiones. La primera, que las crisis financieras son evitables, puesto que prácticamente no se dieron durante un periodo muy largo de la historia contemporánea. La segunda, que lo que habría que hacer para evitarlas sería, sencillamente, tratar de reproducir las condiciones que se dieron en los periodos en los que no hubo crisis financieras

Los factores asociados a la ausencia de crisis financieras

Las características de las economías capitalistas en las que prácticamente no hubo crisis financieras entre 1945 y 1980 son también muy claras.

Desde el punto de vista del marco institucional se daban dos circunstancias principales que sabemos que limitan la generación de este tipo de crisis: una regulación de las finanzas nacional y bastante severa y un control de capitales que hacía imposible que se dirigieran de un lugar a otro imprevisiblemente, sin dejar rastro o sin las supervisión de las autoridades. Algo que además implicaba que, salvo en casos muy particulares y para operaciones expresamente prohibidas, no existían los más tarde llamados paraísos fiscales ni nada por el estilo.

Además sabemos que, aunque esta etapa no fue ajena a la expansión del crédito, su crecimiento fue relativamente moderado, sobre todo, si se le compara con el que se da en las fases en las que la proporción de países sufriendo crisis financieras es mucho mayor. Y también que en ese periodo apenas si se producía lo que más tarde fue una innovación financiera vertiginosa y casi compulsiva para satisfacer las demanda de liquidez para operaciones especulativas, porque la inmensa mayoría de las operaciones financieras, y sobre todo bancarias, estaban principalmente o casi exclusivamente orientadas a financiar a las empresas, al consumo y al negocio productivo, que no necesitan los productos sofisticados que tanto atraen a los especuladores, sino una financiación directa, rápida, económica y segura.

En resumidas cuentas, los factores que estuvieron asociados a la etapa más larga de estabilidad financiera del último siglo y medio fueron una supervisión financiera nacional y estrecha, control de capitales, crecimiento limitado del crédito, orientación preferente de los recursos financieros a la actividad productiva, y ausencia de innovación financiera con pretensión especulativa. Todo lo cual fue de la mano, y eso no podía ser fruto de la casualidad, de más ahorro, de mayor tasa de inversión real, y de elevados ritmos de crecimiento de la actividad y el empleo.

No quiero decir con ello que la ausencia de crisis financieras en los años llamados gloriosos del capitalismo fuese asociada a la mejor de las situaciones económicas, porque es bien sabido que en esta etapa se producían otros problemas provocados por la desigualdad, el control de los mercados o la asimetría en el ejercicio de la derechos de apropiación que son típicos del capitalismo (Una crítica de ese periodo en Juan Torres López, Desigualdad y crisis económica. Fundación Sistema. Madrid 2000). Pero lo que sí creo que se puede afirmar rotundamente es que bajo determinadas condiciones es posible evitar que se produzcan las perturbaciones y crisis financieras que nos asolan en nuestra época. No es verdad, por tanto, que las crisis financieras sean un fenómeno accidental o inevitable, ni siquiera en la economía capitalista porque, como hemos visto, cuando ésta (bien es cierto que como consecuencia de un equilibrio de fuerzas que restringe la capacidad de obrar del capital) limita la libertad del capital financiero, reprime la volatilidad de las inversiones improductivas y desincentiva eficazmente las operaciones especulativas, entonces, la realidad muestra que se evita la existencia de crisis financieras.

Prueba de esta últimas afirmaciones la proporciona, sensu contrario, lo que ha ocurrido en la etapa posterior y última analizada. Cuando a partir de 1980 se desmantela el régimen financiero anterior, haciendo que desaparezca casi toda la supervisión y dando vía libre a los capitales e inversores, cuando se instala el régimen de plena libertad de movimientos del capital, cuando se permite que las nuevas tecnologías se utilicen para crear modos supersofisticados de inversión especulativa, cuando se deja que el sistema financiero y bancario aleje los recursos de su uso productivo para dedicarlos a la especulación, cuando se aplican políticas que reducen los ingresos de la mayoría de la población y de las empresas, que se ven obligadas a endeudarse constantemente, o que imponen modos de vida (propiedad de la vivienda, grandes infraestructuras,…) que reclaman grandes cantidades de crédito, … es entonces cuando las crisis financieras vuelven a producirse por doquier, llegándose a dar, si se suman a las situaciones de stress financiero más coyuntural, en número superior a 130 desde 1970 hasta la actualidad (Sobre los orígenes y naturaleza de la crisis, Juan Torres La crisis delas hipotecas basura, ¿por qué se ha caído todo y no se ha hundido nada? Sequitur, Madrid 2010. Versión en pdf en: https://juantorreslopez.com/wp-content/uploads/sequitur-final.pdf).

En definitiva, pues, sabemos perfectamente lo que hay que evitar y lo que hay que establecer, lo que hay que hacer y lo que no, para que no haya crisis financieras. Si las hay, por tanto, no es porque no sepamos cómo evitarlas. Y si hoy día no se toman medidas efectivas para acabar con la actual no es porque no sepamos qué hay que hacer para terminar con ella.

Lógicamente, eso lleva a poner sobre la mesa otro tipo de cuestiones, a las que no puedo responder aquí: por qué no se adoptan las medidas que podrían poner fin a la crisis y si no será que hay grupos sociales y financieros cuyos beneficios son tan cuantiosos en el régimen liberalizado asociado a las etapas de crisis financiera, que les compensa mantener ese régimen, porque dichos beneficios superan con mucho los costes que les pueda produce una crisis financiera, sobre todo, cuando pueden hacer que las autoridades y organismos «jueguen a su favor».

Y otra última cuestión a la que tampoco puedo referirme ahora, es tratar de saber si el capitalismo de nuestra época, el que ya ha probado la sangre que supone poder invertir 1.000 millones de dólares cada cuatro segundos, y obtener de esa forma beneficios extraordinarios y mucho más cómodos que los que proporciona la economía productiva, si esos especuladores que hoy día actúan como si fueran los amos del mundo, van a estar dispuesto a dejar de beberla para vivir con beneficios limitados y para ponerse al servicio de las empresa y los trabajadores y familias que crean riqueza (Sobre este asunto, Vicenç Navarro y Juan Torres López, Los amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero. Espasa, Barcelona 2012).

Pero eso es algo que solo con el tiempo se podrá responder.

11 comentarios

isol 27 de octubre de 2012 at 10:33

Tengo la teoría que en el principio de los tiempos fuimos exactamente la unidad mínima de vibración energética, esto es, una onda sonora. Todas las ondas tienen un movimiento de subida y otro de bajada que es lo que las mantiene en equilibrio. Si a alguien se le ocurre que sólo haya subida, todo explotaría. Pues bien, esto es lo que pretende la especulación, que no es otra cosa sino una guerra contra el equilibrio natural. Porque ¿a quién beneficia ese juego perverso de acumular y esconder que es la especulación? A los mismos que lo practican sin trabas ni barreras. Con la anuencia de los gobiernos y de las instituciones creadas para evitar los abusos. Hay un término para explicar que esto ocurra y siga ocurriendo contra todo sentido común. Esa palabra que define a quien se cruza de brazos contra toda expectativa es corrupción. En la primera fase de corrupción, observamos por ejemplo la caída de un gobierno democráticamente elegido. Entramos en una segunda fase más interesante para la corrupción, que es la sustitución de ese gobierno por otro cuya onda de corrupción se ensancha y consolida, a la vez que se refuerza con un discurso del tipo: «Tenemos que tomar drásticas medidas de recesión. Sabemos que esto va a mandar a la miseria a miles y miles de familias más. Verdaderamente, estamos muy preocupados por ello». Un discurso sin tapujos, descaradamente edificado con el material de la demagogia y cuya clave del éxito consiste en simular la honradez y la veracidad. Las consecuencias de soportar un gobierno bluf, las estamos sufriendo con gran menoscabo. Aún suponiendo que a los culpables les llegue el castigo al cabo de los años, se habrá dejado sin recursos a una generación entera y las consecuencias serán de cualquier modo irreparables. A morir de asco, mientras el dinero está en otro lado. Y no para que se beneficien otros colectivos desfavorecidos. Simplemente, escondido. Tal vez la solución esté en ceder aún más a la tensión provocada por los ladrones de dinero. Tal vez la solución esté en perderlo todo, a ver si así aún perdemos más y los perdemos a ellos. Para volver a empezar sin esa casta de acumuladores del beneficio ajeno. Saludos.

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jose luis 27 de octubre de 2012 at 11:38

Si llueve cojo un paraguas para no mojarme, pero si hay un fuerte viento que me voltea el paraguas ó se lo lleva, me mojo.
Es cierto que una regulación puede minimizar ó prevenir una crisis financiera, pero la Economia es Historia y la Historia la hacen los hombre
Si un hombre (dirigente de una nación con influencia), se levanta con el paso cambiado y dice «Voy a crear una crisis financiera», la crea, porque ya se encarga él de cambiar las regulaciones.
Y de nada sirven las series historicas aunque sean de 20000 millones de años (que ya son ganas, el pobre Stigliz de estar analizando 20.000 millones con lo cansado que es)
para predecir el futuro.
Yo juego a la Bolsa, y utilizo un Indice para maximizar mis inversiones.
Se llama Indice Estocástico y es casi mágico.
Bien desarrollada la gráfica te permite predecir con un 100% de acierto, lo que ocurrió hasta el último dato recogido y te da una probabilidad del 50% sobre lo que va a ocurrir.
A las 2 últimas cuestiones que planteas, ya te has contestado incluyendo a la primera:
Efectivamente siempre habrá grupos sociales y financieros a los que les beneficia enormemente las (por ellos creadas) crisis financieras.
Al margen de este artículo, quiero aprovechar para referirme a otro tuyo anterior, ya que enlaza con uno de Vicent Navarro
El artículo se llama «¿Por que no deberíamos pagar los intereses bancarios?»
Le exponia mi duda al Sr Navarro por qué existia tan fuerte discrepacia entre su opinión y la tuya, y me explico
El Sr Navarro opina que para salir del marasmo ecónomico en que estamos hay que crear Gasto Publico endeudandose.
Tu, perdoname el tuteo, expones que los intereses son abusivos, casi de usura y abogas por no pagarlos.
La pregunta a ambos es ¿Quien nos va a prestar dinero si no pensamos pagar los intereses? ¿Como creamos gasto publico?

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Jose Ramón Saénz de Miera 27 de octubre de 2012 at 11:47

Se debería releer : Can «it» happen again? de H.P-Misnky
Entre otros
¿Que te parece Juan?

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SÉPTIMO 27 de octubre de 2012 at 12:01

Si sabemos cómo evitar las crisis que tanto sufrimiento causa a la sociedad, ¿cómo es posible que esta misma sociedad genere los sistemas «democráticos» que hacen inviable de forma pacífica la rectificación de los vicios capitalistas?. ¿ No será que el propio sistema capitalista, reproduce una sociedad sanchopancista y autocomplaciente con el sistema? ¿Tendremos que olvidarnos del pacifismo, para cambiar este sistema?.
Gracias por tus escritos, que a diario me hacen sentir esperanza de que algún día esta sociedad despierte y crea de nuevo en los valores de la justicia, la igualdad y la fraternidad.

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Oscar Viera 27 de octubre de 2012 at 15:19

Con el mayor de los respetos, considero que decir que se debe repetir lo que se hace en épocas que no hay crisis es no comprender el problema ya que las crisis no se dan como dice alguno que un dia alguien se levanta y la provoca.
lo que no se comprende es que el problema es el sistema monetario, como está creado y diseñado.
Jose Luis, quien te ha dicho a tí que hay que pagar intereses por tener dinero????
lo has escuchado siempre, no? pues te han mentido, nos han mentido
quien dijo que el dinero es una mercancía? unos vivillos
decir que el dinero es una materia es una forma de hacerlo ver donde cuela el atesoramiento, la retención y por ende el cobro de intereses y la especulación.
el dinero occidental lo creo john law, dicen; que dijo Law? que era un simple medio de pago, y le iba fenomeno hasta que el listillo del Duqe de Orleans va y la fastidia.
yo te digo más, el dinero es un simple derecho de uso sobre la riqueza que representa; y los factores de la producción de la riqueza son el trabajo y la tierra. El Capital no existe como factor, es un simple derivado.
Entre Smith y Marx nos han llevado al huerto es hora de que volvamos

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RMPO 27 de octubre de 2012 at 18:37

Os recomiendo muy encarecidamente ir a You Tube : JOSE Mª GAY DE LIEBANA » EL ECONOMISTA INDIGNADO».

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antonio 27 de octubre de 2012 at 18:51

Exposiciones de datos empíricos de calidad, como éstes referentes a las periodicidades de la crisis financieras, definen bien a excelente economista de los demás. Economista especializado en el sistema financiero, a juzgar por sus audaces y exactos análisis. El post es muy contundente en la explicación de por que c…no se han producido crisis financieras en la también llamada ‘treintena gloriosa’, 1950-1980. Efectivamente ¿que paso en esas décadas’.Me gustaría añadir una causa más, y no precisamente pequeña desde mi punto de vista : el efecto intimidatorio que producía en todo el planeta el bloque soviético, el imperio comunista. ¿Casualidad que la desregulación del sistema financiero empezase (en los 80) justo cuando se estaba desmoronando la dictadura del proletariado? Ni de coña. Es pura causalidad. Ni ochenta Tacher o Reegan tenían tal poder. ¿Casualidad que el apogeo de regulación finaciera , y el de muchos de los derechos de las clases medias (economía publica, derechos sociales y políticos, etc..) tuviesen precisamente su máximo hito al mismo tiempo que se desarrollaba el apogeo de ese socialismo real seguramente muy mal planteado pero terrorificamente persuasivo?. Ni de coña. El miedo es libre y las clases políticas europeas sabían que tenían que contentar si o si a sus mayorías sociales si querían conservar el puesto sin revueltas sociales, huelgas, etc.. No pretendo que regrese el socialismo real (necesitaría muchas, muchas correcciones) pero a las clases medias de Europa les dio la vida . La misma vida que algunos desgraciados (Rajoy, Zapatero, Sarkozy, Merkel, Cameron, Blair, Mr. Draghi, etc.), ahora, y sin el terrible ‘acojone’ sovietico encima, con total impunidad y cinismo, se la están quitando. Enhorabuena por el articulo.

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Luis 29 de octubre de 2012 at 14:44

Creo que esa etapa tan larga sin crisis tuvo que ver, más que con cualquier otra consideración, con la ‘memoria del 29’. Mientras hubo personas al mando del mercado que recordaban la catástrofe, venció la prudencia. Cuando desapareció esa gente, la codicia y el miedo volvieron a reinar.

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Luis 6 de noviembre de 2012 at 14:43

Muy esclarecedor.
Añadiría la influencia de las nuevas tecnologías. A golpe de un clic uno mueve su capital sin ninguna dificultad y con sistemas de inteligencia artificial se crean modelos de especulación muy enrevesados y «libres» de tal modo que el que compra un «producto financiero» no sabe lo que esta comprando…Y para acabar subrayar que los nuevos economistas superespecializados carecen de formación humana y ética.

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Diddy 14 de abril de 2018 at 07:33

Yo creo que la crisis financiera no se puede evitar solo se puede prevenir y afrontar

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María 13 de mayo de 2018 at 15:29

Yo creo que se puede evitar,con gobernantes que hagan buena política,un pueblo que luche por qué se le escuché,hemos visto muchas veces que las subidas de gasóleos,trae preocupación,señores hay que dirigir el cambió a las energías renovables,no tenemos que depender de un sólo productos para sobrevir, conforme construyes autopistas muy cómodas,incluye carriles bicis con fuertes medidas de protección,para los ciudadanos,etc

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