Publicado en ECCUS el 7 de octubre de 2009
En la universidad he conocido a profesores brillantes y sabios a los que apenas nadie conoce, y otros buitrones y vagos de los que se habla a todas horas gracias a la propaganda que se hacen de sí mismos. A fundamentalistas de salón dedicados a buscar novias adolescentes en Bulgaria mientras despotrican de la deshonestidad que ellos encuentran en todo bicho viviente y modestos grandes maestros capaces de enseñar solo con una mirada o con una simple palabra. He conocido a docenas de profesionales honestos, magníficos profesores y a montones de caraduras. Como también me he encontrado a alumnos que curran a destajo y a otros más flojos que un muelle de guita, a pelotas y chupababas y a otros revoltosos y ejemplares.
Pero si hay una especie a la que no soporto es esa de la que forman parte los profesores altivos que desprecian a sus alumnos y que se creen más listos que nadie solo porque tienen poder frente a los jóvenes que se sientan delante de ellos con cara inocente y sin atreverse a hacer nada antes sus desmanes. Listillos de opereta que solo saben imponer y no ponerse a disposición, dictar y no hablar, decir y no oir, afirmar y no dudar. Y, sobre todo, que se creen que son más sabios cuanto más suspenden aunque para ello tengan que retorcerse el cerebro para sacarse de la manga en el examen final un tema que no explicaron, un problema del tipo que no está en los libros que recomendaron, unos datos que nuna mencionaron en clase, una fuente que no citaron, una pregunta que dejaron caer que no entraba en el examen…
Son los que se niegan a revisar exámenes, los que en el bar se vanaglorian de «cepillarse» -como ellos dicen- a sus alumnos ya en el primer parcial, los que no están en las horas de tutorías, los que no permiten que alguien enfermo se examine otro día o los que nunca consienten nada, los que no se bajan del burro (o sea de sí mismos) cuando alguien con un 4,9 le pide clemencia, los que nunca están, los que llegan tarde o incluso no llegan a los exámenes y luego ni siquiera piden perdón. Los que dicen que dar clases es un atraso y que hay que dedicarse solo a investigar aunque luego, con perdón, lo que investigan le vale a la socidad una pura mierda.
¿No será ya hora de ir desenmascarando a esta caterva?