La polémica que se ha levantado entre los países europeos acerca de lo que la derecha considera errónea política de regularización española respecto de los inmigrantes «sin papeles» es bastante falsa y cínica.
Dicen que provoca un «efecto llamada» que trae consigo la avalancha de inmigrantes que luego generan problemas de todo tipo en Europa.
Es una polémica falsa por varias razones.
Lo primero que hay que señalar que la regularización, como su propio nombre indica, no sólo es inevitable sino imprescindible en países que presumen de ser la cuna de la humanidad y de los derechos humanos. ¿Qué debe hacerse entonces con las personas que trabajan aquí, que pagan impuestos aquí, que educan a sus hijos aquí, cuyos hijos se alistan en nuestro ejército (¿para defender a qué Patria?) y que, en suma, hacen que nuestro país progrese?
El efecto llamada no sólo lo genera la regularización.
Lo que hace que vengan millones de personas de otros países es el empobrecimiento que nosotros, los países ricos, hemos generado allí. No es tanto un efecto llamada como un efecto huída. Nadie se va de su tierra por gusto, nadie emigra por afición a viajar, sino por necesidad.
Europa, es responsable directa del saqueo de esos países: no sólo ha extraído de allí riquezas inmensas sino que promovió y promueve a los gobernantes corruptos que le ayudaron a robar y que hundieron a esos países en la miseria.
¿Cómo pueden sus dirigentes criticar ahora que seamos generosos con quienes ya están aquí trabajando y viviendo decentemente entre nosotros?
Por otro lado, es muy cínico criticar la regularización cuando miles de empresarios se están enriqueciendo a manos llenas precisamente gracias a la existencia de miles y miles de trabajadores “irregulares”, a quienes explotan sin piedad. ¿No debería preocuparle más a la noble Europa esa asquerosa explotación propia del capitalismo depredador que la regularización?
El debate es otro: es el del papel de Europa, el de su complicidad con el empobrecimiento mundial y el de su puesta al servicio exclusivo de los mercaderes.